17 de enero de 2009:
Llevo aquí un año y medio, y hasta ahora no había encontrado nada interesante para hacer, aparte claro de las actividades lúdico-festivas, de las que nunca me cansaré. Como al parecer para trabajar no está bien visto saber de antemano cuando te vas a ir de la empresa, una amiga me recomendó que intentase meterme en algún sitio haciendo de voluntario. No me pagan, pero si el sitio es bueno, te da mucho currículum. Al parecer esto es una práctica muy extendida (viva el capitalismo) en los US, y la gente lo hace con bastante frecuencia. En España tenemos las becas con 4 euros, y aquí trabajas by the face. El caso es que, puestos a buscar CV, me dije que qué mejor sitio que preguntar en la Universidad de Columbia. Así que después de un par de horas buscando por la web de la uni en que departamentos me podía meter, encontré uno que se adaptaba a mi perfil. El departamento de agricultura tropical. Así que pillé el primer profesor que vi, y le mandé un mail diciéndole que estaría interesado en participar en alguno de sus proyectos de investigación, como voluntario, a ver si así al menos me entretenía con algo de lo mío. Sin mucha esperanza envié el mail, la verdad, y a las pocas horas recibí respuesta diciendo que al ser ingeniero le mandaba mi CV a otro profesor, esta vez del departamento de ingeniería de Columbia. Este se puso en contacto al cabo de un rato y me concertó una entrevista para el día siguiente. A las bravas.
El tipo resultó ser un profesor indio (hay un montón de indios y de chinos en la Universidad) de lo más extraño. Me hizo la entrevista en su despacho, acompañado por un tipo que parecía ser su secretario, y empezó con las cosas típicas, que de donde venía, que qué había hecho, que si me gustaba viajar (¿?), que donde vivía (¿¿??), que si había estudiado en una buena universidad, si era la mejor de España (jajaja), lo normal. Lógicamente al haberse formado en los US tenía el concepto de la universidad americana, así que el prestigio de la universidad estaba por encima del título. Empezamos con las cosas raras.
Al cabo de 10 minutos de conversación, aparece una tipa, india también, que sin decir nada empieza a hablar con el profesor de sus vacaciones, en la india, como si no hubiera nadie en la habitación. La discusión versó acerca de la calidad de los aviones que hacen el trayecto NY-Bombay, y lo que saqué en claro es que la aerolínea AirIndia es la que tiene más espacio entre asientos. Además dan mejor de comer que las aerolíneas americanas...Al cabo de diez minutos se fue la tipa, y volvimos a hablar de lo mío. Me empezó a contar de que iban los proyectos en los que estaba metido y la verdad es que tenían muy buena pinta. Todos ellos se desarrollan en países subdesarrollados o con graves problemas de infraestructuras, y se basan en cosas tan variadas como proporcionarles medios baratos y eficientes para mejorar su capacidad productiva, o proporcionarles hornos caseros menos contaminantes y más eficientes, o en proporcionarles medios para que durante al menos 4 horas al día tengan luz en sus casas, cosas así, que a nosotros nos parecen normales, y que al parecer allí no lo son tanto.
Al cabo de otros cinco minutos apareció otro tipo por el despacho, con el que se celebró una reunión muy interesante, a la cual por supuesto asistí como invitado de honor, y que versó acerca del estudio de nuevas tecnologías para la captación de CO2. Pasamos por distintos métodos de captación, opiniones de científicos, estudios de universidades y empresas (parece ser que Siemens está estudiando algo que tiene buena pinta) y acabamos hablando del carbón indio, que al parecer es de tan mala calidad que les compensa traer carbón desde Australia en barco. Es lo que tiene ponerte a hacer números en ingeniería, de repente te das cuenta de que no sólo es más beneficioso para el medio ambiente el traerte carbón en barco desde lejísimos, sino que además te sale más barato que si te lo traes de tu propio país. Cosas de infraestructuras, y contenido calórico.
Después de unos minutos (de lo más interesantes, por cierto), despachó al tipo y me volvió a dedicar un poco de su tiempo. Dos minutos exactamente, antes de que mantuviese una conversación con un tipo en Senegal vía Skype. Yo estaba flipando por ver la actividad de este hombre. Cuando acabó, se levantó y me preguntó si quería comer. Yo le dije que bueno, así que sin cortarse un pelo me llevó a comer con él, al sonido de "tenemos que hablar", a un restaurante, indio, que había al lado de la universidad. Yo no había probado la comida india, pero sí otras de la zona, así que no me pareció mala la idea. Por el camino (unos 200 metros de distancia) se paró a saludar a dos personas, en distintos momentos, a los que abrazó con efusividad y grandes golpes en la espalda. Aceptó dar una charla acerca de la eficiencia energética e invitó a otro chico a tener una reunión en su despacho en una hora. Durante el trayecto no paró de mirar a un lado y a otro por si acaso veía a alguien conocida (igualito que mi abuela por Torrevieja), lo que me empezó a poner un poco nervioso, por si le estaba aburriendo. En el restaurante se encontró con un chico que trabaja en su laboratorio, y a quien amablemente invitó a comer con nosotros. El chaval rechazó educadamente la invitación, aunque se sentó un rato mientras le hacían la comida. Como no conocía la comida, dejé que él pidiese por mi. Pollo, arroz y verduras, con un pan relleno de patata. Trajeron varios platitos, y la verdad es que estaban buenos. No llevaban demasiadas especias. Fue curioso, porque el hombre, a pesar de encontrarse en NY y ser todo un profesor de Columbia, se comió la comida con los dedos, al más puro estilo indio, supongo. Yo me acordaba de Indiana Jones en la película del templo maldito, y su charla y comida con los gurús del pueblo al que tenían que salvar. Yo, sin embargo, tiré de tenedor y cuchillo. Por no dármelas de indio... Durante la comida hubo momentos de tensión, por que entre que no hablaba mucho y había que sacarle la conversación a patadas (al parecer es lo más normal entre los geniecillos universitarios), y que en un momento dado, y con la euforia de probar la comida india me dio por comerme su plato, pues no parecía que estuviese yendo la cosa muy bien. Al menos me invitó a la comida.
Sin embargo después de comer me llevó a su despachó y allí me comentó que le había convencido, y que le podría servir de ayuda. En un momento dado me preguntó si estaba dispuesto a viajar (a donde sea), si iría aunque fuese a un sitio como Mali durante un periodo de tiempo de un mes (claro!!!!), si al expirar el visado tenía posibilidades de quedarme en US al ofrecerme un trabajo y de qué dependería que me quedase. El tipo se estaba volviendo loco., no hacía más que preguntarme si de verdad estaría dispuesto a viajar (no se debía de creer que lo estuviera), por lo que en un momento dado me vi subido a un avión rumbo al África negra. Además me comentó que aunque no me pudiese pagar intentaría meterme en un curso de GIS de la universidad que me vendría bien. Al parecer le gustó lo de ser agrónomo, saber hablar francés, y haber trabajado con temas de Sistemas de Información Geográfica.
Así que al día siguiente, me presenté en el laboratorio para empezar a trabajar, como voluntario, eso sí, en un proyecto que trata de llevar tractores de dos ruedas a los agricultores de Timbuktu, en Mali. Por ahora tengo que hacer un estudio de costes económicos, así que me tengo que mirar todos los modelos existentes, pedir precios y especificaciones técnicas, y ver que sale. No es tan sencillo, ya que los más baratos son los chinos e indios. Y el chino, o el indio, como que todavía no los controlo (por no hablar del inglés tractoril).
Así que llevo una semana currando. Lo de los madrugones chungo. El frío que está haciendo, más chungo todavía. Pero aprecio el volver a hacer algo interesante y productivo, el que el gimnasio esté debajo de la oficina, y que el curro sea de lo más relajado. Ya contaré más cosas del laboratorio donde trabajo, por que la verdad es que es curioso.
El tipo resultó ser un profesor indio (hay un montón de indios y de chinos en la Universidad) de lo más extraño. Me hizo la entrevista en su despacho, acompañado por un tipo que parecía ser su secretario, y empezó con las cosas típicas, que de donde venía, que qué había hecho, que si me gustaba viajar (¿?), que donde vivía (¿¿??), que si había estudiado en una buena universidad, si era la mejor de España (jajaja), lo normal. Lógicamente al haberse formado en los US tenía el concepto de la universidad americana, así que el prestigio de la universidad estaba por encima del título. Empezamos con las cosas raras.
Al cabo de 10 minutos de conversación, aparece una tipa, india también, que sin decir nada empieza a hablar con el profesor de sus vacaciones, en la india, como si no hubiera nadie en la habitación. La discusión versó acerca de la calidad de los aviones que hacen el trayecto NY-Bombay, y lo que saqué en claro es que la aerolínea AirIndia es la que tiene más espacio entre asientos. Además dan mejor de comer que las aerolíneas americanas...Al cabo de diez minutos se fue la tipa, y volvimos a hablar de lo mío. Me empezó a contar de que iban los proyectos en los que estaba metido y la verdad es que tenían muy buena pinta. Todos ellos se desarrollan en países subdesarrollados o con graves problemas de infraestructuras, y se basan en cosas tan variadas como proporcionarles medios baratos y eficientes para mejorar su capacidad productiva, o proporcionarles hornos caseros menos contaminantes y más eficientes, o en proporcionarles medios para que durante al menos 4 horas al día tengan luz en sus casas, cosas así, que a nosotros nos parecen normales, y que al parecer allí no lo son tanto.
Al cabo de otros cinco minutos apareció otro tipo por el despacho, con el que se celebró una reunión muy interesante, a la cual por supuesto asistí como invitado de honor, y que versó acerca del estudio de nuevas tecnologías para la captación de CO2. Pasamos por distintos métodos de captación, opiniones de científicos, estudios de universidades y empresas (parece ser que Siemens está estudiando algo que tiene buena pinta) y acabamos hablando del carbón indio, que al parecer es de tan mala calidad que les compensa traer carbón desde Australia en barco. Es lo que tiene ponerte a hacer números en ingeniería, de repente te das cuenta de que no sólo es más beneficioso para el medio ambiente el traerte carbón en barco desde lejísimos, sino que además te sale más barato que si te lo traes de tu propio país. Cosas de infraestructuras, y contenido calórico.
Después de unos minutos (de lo más interesantes, por cierto), despachó al tipo y me volvió a dedicar un poco de su tiempo. Dos minutos exactamente, antes de que mantuviese una conversación con un tipo en Senegal vía Skype. Yo estaba flipando por ver la actividad de este hombre. Cuando acabó, se levantó y me preguntó si quería comer. Yo le dije que bueno, así que sin cortarse un pelo me llevó a comer con él, al sonido de "tenemos que hablar", a un restaurante, indio, que había al lado de la universidad. Yo no había probado la comida india, pero sí otras de la zona, así que no me pareció mala la idea. Por el camino (unos 200 metros de distancia) se paró a saludar a dos personas, en distintos momentos, a los que abrazó con efusividad y grandes golpes en la espalda. Aceptó dar una charla acerca de la eficiencia energética e invitó a otro chico a tener una reunión en su despacho en una hora. Durante el trayecto no paró de mirar a un lado y a otro por si acaso veía a alguien conocida (igualito que mi abuela por Torrevieja), lo que me empezó a poner un poco nervioso, por si le estaba aburriendo. En el restaurante se encontró con un chico que trabaja en su laboratorio, y a quien amablemente invitó a comer con nosotros. El chaval rechazó educadamente la invitación, aunque se sentó un rato mientras le hacían la comida. Como no conocía la comida, dejé que él pidiese por mi. Pollo, arroz y verduras, con un pan relleno de patata. Trajeron varios platitos, y la verdad es que estaban buenos. No llevaban demasiadas especias. Fue curioso, porque el hombre, a pesar de encontrarse en NY y ser todo un profesor de Columbia, se comió la comida con los dedos, al más puro estilo indio, supongo. Yo me acordaba de Indiana Jones en la película del templo maldito, y su charla y comida con los gurús del pueblo al que tenían que salvar. Yo, sin embargo, tiré de tenedor y cuchillo. Por no dármelas de indio... Durante la comida hubo momentos de tensión, por que entre que no hablaba mucho y había que sacarle la conversación a patadas (al parecer es lo más normal entre los geniecillos universitarios), y que en un momento dado, y con la euforia de probar la comida india me dio por comerme su plato, pues no parecía que estuviese yendo la cosa muy bien. Al menos me invitó a la comida.
Sin embargo después de comer me llevó a su despachó y allí me comentó que le había convencido, y que le podría servir de ayuda. En un momento dado me preguntó si estaba dispuesto a viajar (a donde sea), si iría aunque fuese a un sitio como Mali durante un periodo de tiempo de un mes (claro!!!!), si al expirar el visado tenía posibilidades de quedarme en US al ofrecerme un trabajo y de qué dependería que me quedase. El tipo se estaba volviendo loco., no hacía más que preguntarme si de verdad estaría dispuesto a viajar (no se debía de creer que lo estuviera), por lo que en un momento dado me vi subido a un avión rumbo al África negra. Además me comentó que aunque no me pudiese pagar intentaría meterme en un curso de GIS de la universidad que me vendría bien. Al parecer le gustó lo de ser agrónomo, saber hablar francés, y haber trabajado con temas de Sistemas de Información Geográfica.
Así que al día siguiente, me presenté en el laboratorio para empezar a trabajar, como voluntario, eso sí, en un proyecto que trata de llevar tractores de dos ruedas a los agricultores de Timbuktu, en Mali. Por ahora tengo que hacer un estudio de costes económicos, así que me tengo que mirar todos los modelos existentes, pedir precios y especificaciones técnicas, y ver que sale. No es tan sencillo, ya que los más baratos son los chinos e indios. Y el chino, o el indio, como que todavía no los controlo (por no hablar del inglés tractoril).
Así que llevo una semana currando. Lo de los madrugones chungo. El frío que está haciendo, más chungo todavía. Pero aprecio el volver a hacer algo interesante y productivo, el que el gimnasio esté debajo de la oficina, y que el curro sea de lo más relajado. Ya contaré más cosas del laboratorio donde trabajo, por que la verdad es que es curioso.
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