Senegal, día 1

A continuación, ire poniendo los extractos del pequeño diario que escribí durante mi estancia en Senegal, y que por motivos logisticos fue imposible de ir colgando.

Día 1:

Esto es muy raro. No parece real. Mires donde mires, algo te llama la atención. Desde las carreteras hechas polvo, literalmente, apenas existe el asfalto entre algunos pueblos, y no es que esté en muy buenas condiciones que digamos, a los pueblos hechos completamente de paja y madera. Esto es tremendo.

Salí de NY a las 5 de la tarde para meterme un vuelo de casi 8 horas entre pecho y espalda. Fue bastante cómodo, ya que la cabina apenas iba medio llena, por lo que pude moverme a mi antojo por entre los asientos e incluso tirarme en la fila del centro. Eso no quiere decir que descansase, ya que por alguna razón que desconozco, soy incapaz de dormir en los aviones. Antes podía, ahora no. Me estaré haciendo muy mayor. Y fue una pena, por que la mayor parte del vuelo la hicimos de noche, por lo que podía muy bien haber aprovechado ese tiempo para descansar. Si llego a saber la que me espera al llegar a Dakar, me tomo mil pastillas para dormir.

Y es que la llegada fue un tanto curiosa. El aeropuerto, aunque sea internacional, es como el de Menorca, muy chiquitín. La zona de llegadas es un par de cabinas de policía que te controlan el pasaporte (nada de las vacunas) y un guardia que te recoge el papelito de inmigración sin mirarte a la cara. En mi caso me miró, ya que no tenía uno de los datos que necesitaba para entrar al país, que no era otro que la dirección. Ni corto ni perezoso le dije que no la sabia, pero que un tipo se suponía que había venido a buscarme al aeropuerto y seguramente el la sabría. Como no tenía teléfono operativo, el guardia cogió el suyo y llamo a mi contacto. Muy majete. Por fin pude salir del aeropuerto, con mi maleta rosa de mil kilos, y según paso la puerta se me abalanzan un montón de tipos con fajos enormes de billetes en las manos, preguntando si quería cambiar moneda. Ya me habían avisado del percal, así que decidí pasar y esperar a que el tipo del proyecto estuviera conmigo, para que no me engañaran, más que nada. No sirvió de nada. Se me presenta un tipo bien vestido, diciendo algo raro (hablan wolof), y yo le entiendo algo de un proyecto, por lo que me pienso que es el. Pero no, al cabo de un minuto me doy cuenta de mi error, y me veo en una trastienda de la zona “comercial” del aeropuerto, con poquita luz, y con más gente con dinero en la mano. Pues nada, a pringar tocan. Le digo que solo quiero cambiar 50 dólares, y el tipo algo decepcionado, me tima al cambio unos 5. Que farem. Salimos del aeropuerto juntos a la búsqueda de mi conductor, y mientras andábamos el tipo no hacia mas que pedirme una propina (propina, si me acabas de timar mamon) que le diese un billete. Ya me fui dando cuenta de por donde iban a ir los tiros este mes.

Por fin me subí al coche con Harouna, uno de los conductores del proyecto, que me llevó, aun con noche cerrada, a dar una vuelta por los suburbios de Dakar. Tenia que recoger una cosa. Me metió por unas calles de arena y polvo, con casas medio en ruinas y sin apenas iluminación que daba miedo de verlas. La casa a la que fuimos no estaba mal, pero también necesitaba mil reformas. Aquí también hacen como en Melilla, que no cortan las esperas de acero en previsión de seguir construyendo pisos en el futuro. Al cabo de un rato, nos fuimos para Louga por la carretera mas peligrosa que recuerdo (era la primera que veía, por lo que esta apreciación se renueva cada cierto tiempo). A oscuras, con coches a toda pastilla cruzando las “líneas” de separación cada vez que tenían que esquivar un socavón, y unos minibuses que estaban por todas partes y que iban hasta los topes de gente. Hasta en el techo iban subidos.

Sentido del peligro, para que! Por que luego estaba la gente. La gente cruzaba la carretera por todas partes, en plan kamikaze, y había que ir esquivándolos. A toda caña, claro, no sea que perdamos un par de segundos de viaje…El viaje fue un estrés. Así que entre que el conductor no hablaba mucho (había que sacarle la conversación a patadas) y que estaba que me caía de sueño, intente dormir un par de horas. No pude mas que cerrar los ojos y descansar, ya que dormir, lo que se dice dormir, como que no. Alguna cabezada di, pero no duró mucho más de 5 minutos. En una de estas me desperté y me vi a un rebaño de cabras cruzando la carretera a lo lejos (habíamos salido de la zona urbana para adentrarnos en la zona rural). Yo pensé que pararíamos, pero no, el conductor empezó a pitar como un loco, sin reducir la velocidad, confiado en que el ruido las dispersaría. Lo hizo, pero la última cabra debe estar aun dando gracias a Dios, o más bien Ala, de seguir con las 4 patas enteras.

Llegamos a la oficina del proyecto a eso de las 8 de la mañana. Es una casita muy mona, de dos pisos con jardincito y en una avenida en la que hay no solo casas que deben de ser de lujo, sino también las oficinas de otras ONG establecidas en el lugar. Hay arbolitos en la zona central y las aceras se tienen en pie. Que ya es algo, por que el resto del pueblo (bastante grande, por cierto, ya que hay unos 200000 habitantes) es un maremágnum de calles estrechas sin asfaltar (pero sin asfaltar quiero decir que te metes en arena unos 5 centímetros cada vez que das un paso).

Luego esta la zona del mercado, con miles de tiendecitas, sobre todo muchas peluquerías(¿?) y muchos muchos coches. Y motos. Y gente. Gente por todas partes. El conductor que nos llevo después a dar una “vuelta” por la comarca paso primero a echar gasolina, y se tiro todo el tiempo pitando. Era como el caos.

El caso es que la llegada a la ofi fue curiosa. Como era pronto (la gente empieza a llegar a eso de las 8:30-9) estuve esperando en una salita. Me dieron un café y algo de pan para desayunar y poder tomarme la pastillita de la malaria. Y fueron llegando. Unas 15 personas trabajan aquí, sin contar con traductores y conductores. Y todos ellos te saludan al entrar, dándote la mano varias veces y preguntando ça va? Ça va bien? TODOS sin excepción. Y entre ellos igual, claro. Todos los días se saludan mil veces. Según llegan a la ofi van despacho a despacho saludando a la gente. Y al irse lo mismo. Total que la mitad del día te la pasas saludando. Me di cuenta de que esto iba a ser una constante durante el viaje. El tipo que me va a proteger y guiar se llama Yoro Ba. Es el encargado de los temas de energía (ya que mi curro va a ser comprobar dichos sistemas) y me siento en una mesita con el. Es un tipo muy majete, como todos los que hay aquí. Se parten de risa con eso de que soy un español que vive en NY y que habla francés. Luego conocí al manager del proyecto, un hombre llamado Omar Diouf, que viste de túnica y bien podría pasar por un imán. Otro figura. Y a Kristen, otra interna americana, o a Mme Coly, como en el cole, que se encarga de temas de sanidad, o…Por que un problema que voy a tener es el de los nombres. Si ya me cuesta con los occidentales, con los musulmanes es imposible. Le tuve que preguntar mil veces al primer conductor que como era su nombre, por que se me olvidaba de un momento a otro. La vejez.

Después de las presentaciones nos pusimos en marcha. Recuerdo, yo sin dormir desde las 5 de la mañana del día anterior. Yoro Ba y un conductor me llevaron por entre los pueblos de la comunidad de Leona, que es donde se desarrollan los proyectos. Empezamos bien, por una carretera asfaltada así así, pero a los 5 minutos ya estábamos dando saltos por una pista en medio del desierto.



Literal. Aunque hay vegetación de tipo arbustiva y árboles aislados, daba la sensación de ser un terreno complicado para cualquier cosa. Por entre las dunas asomaban unas casitas bajas, el primer pueblo al que íbamos. Se trataban de varias casas muy bajas (no entre en ninguna, pero creo que no entraría de pie en una de ellas), todas ellas hechas de ramas y paja y rodeadas por una cerca también hecha de ramas de árbol. Tremendo lugar.

El único edificio era una casita hecha con bloques que servia de dispensario. El proyecto ha ido situando estos dispensarios, a la vez que ha ido entrenando a mujeres de dichos pueblos para que hagan labores de enfermería, tipo curas básicas e información, mas que nada. En estos edificios es donde les han puesto generadores de energía solar, que es lo que me estuvieron enseñando. Después de rendir homenaje al jefe del poblado, seguimos camino al siguiente pueblo donde nos recibieron miles de niños que alucinaban conmigo. Se me queda la gente mirando muy seria, sobre todo los críos y la mujeres, como diciendo que por que no tengo la piel como ellos. Soy el único blanco que hay en el proyecto ahora mismo, por si no lo había dicho. Es una sensación rara. Pero no dicen nada, solo miran. Algunos preguntan mi nombre, mi país, esas cosas. Son muy curiosos. Después de un rato, el jefe del poblado 2 quiso regalarnos una plegaria, y nos puso a todos a rezar a Ala, con las manos juntas palmas hacia arriba. Yo puse las manos, pero no podía dejar de mirar al tipo recitando su mantra. Y la gente acompañándole. Eran solo 20. En las mezquitas donde se juntan por miles, debe de ser tremendo. Me encantaron los críos. Los hay a miles, por todas partes, muchos de ellos recién nacidos. Alguno se ve un poco desnutrido, pero por lo general parece que el proyecto funciona. En la siguiente parada nos enseñaron un refrigerador en el que conservaban las vacunas, recién adquiridos por el proyecto y que costaban la friolera de 4000 dólares y que funcionaban con energía solar. Nuestras neveras son más grandes… Pero lo mejor fue que nos dieron de comer. Después de que Yoro Ba rezase (al ser musulmán, tienen que rezar 5 veces al día), nos sentamos en el suelo con la familia que nos había invitado, y nos pusimos a comer del mismo plato, cada uno con una cuchara. La comida estaba buena, era un plato de arroz con pescado (DIABUTHIEN) pero que llevaba muchas especias. Estaba un poco picante al principio, pero a todo se hace uno. De verdad estaba rico. la casa en la que comimos era del enfermero encargado de llevar el dispensario. Estaba descojonado de la risa de verme por allí, y no hacía más que insistir en que volviese otro día, para así poder probar otro tipo de plato típico del país. Muy majetes, tanto él, como su familia. Después de comer, nos fuimos al siguiente pueblo, donde los jefes habían reunido a la gente en torno a un corro para darnos de beber un poco de te. Mientras que la gente se sentaba en el suelo, a mí y a Yoro nos sentaron en unas sillas de playa de plástico, al igual que al jefe. El te estaba rico, hirviendo eso si, y muy fuerte, un poco al estilo moruno… Seguimos viendo lugares de la comarca donde se desarrolla el proyecto, la región de Leona, desplazándonos por pistas de arena a través del desierto. Vimos varios pueblos, algunos eran simples chozas con ramas y paja, otros algo mas elaborados. Pero en general zonas muy muy poco desarrolladas, sin electricidad, y sin agua corriente, claro. Las escuelas, el otro pilar del proyecto, eran edificios cubiertos con chapas metálicas y con dos lámparas para iluminar el interior. El equipamiento era muy antiguo, las mesas estaban destrozadas, pero a los niños les bastaba para aprender. Al cabo de unas horas (que pesado es conducir por el desierto) llegamos al otro pueblo importante de la zona, Potou. En sus calles se encuentra uno de los mercados más importantes. Da un poco de cosa comprar algo allí por que las condiciones sanitarias son lamentables, al menos nada comestible. A pesar de que el día grande de mercado fue el martes, había bastante gente por la calle, y era complicado avanzar con el coche.

Mucha gente nos saludaba, ya que los del proyecto son muy populares por aquí y conocen a muchos de ellos. Llegamos a las 8 de la tarde a la oficina, y a esa hora yo aun no tenia claro donde iba a dormir. Llame al tipo con el que contacte desde NY, y me llevo a su casa en un taxi que era de risa. Un Peugeot, desvencijado que parecía que se iba a caer a cada paso. No lo digo en broma. El maletero iba colgando, ya que no cerraba bien por la maleta, y los asideros de las puertas también colgaban. El taxista tuvo que arrancar el coche desde el capo y haciendo un puente, y las luces iban y venían. Las calles no están iluminadas, por lo que no era sencillo conducir así. Además la gente va por el medio de la calle/calzada/arena así que había que tener mucho cuidado. La casa es bastante grande, tiene varias habitaciones y en ella viven otras 3 personas. Tiene una terraza inmensa, y los baños están en el patio trasero. Como llevaba sin dormir tantas horas seguidas, caí rendido en la cama sin cenar. Como no tenia red antimosquitos me tuve que embadurnar bien de liquido insecticida entes de acostarme. Entre el sueño y el colocón, dormí de maravilla. Ya Tengo red así que podré dormir mejor esta noche.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien, JoseRa. Estoy esperando la continuidad de tus andanzas en Senegal. Ya estarás tranquilo, pues no te has visto llegar a la hermanada Villanueva por esas tierras. Ua abrazo para los dos.

Camila dijo...

Como me interesa mucho viajar a distintos lugares, disfruto de conocer distintos países. Trato de averiguar acerca de los destinos de otras personas, para obtener recomendaciones. Trato de obtener promociones en pasajes para no tener que gastar tanto dinero en el viaje