Cosas de fútbol

28 de mayo de 2008:
Hace un tiempo terminé de leer un libro llamado Fever Pitch, escrito por un tal Nick Hornby. Algunos lo conocerán por ser el mismo autor del libro que inspiró la gran película de John Cusack High Fidelity, un clásico musical del XX. En este caso la película también se realizó, aunque con menos éxito que la anterior. Eso sí, la versión original, por que los americanos hicieron una versión ñoña con un equipo de béisbol que creo que tampoco tuvo mucho éxito. El caso es que el libro narra en primera persona la relación del autor con su equipo de fútbol de toda la vida, el Arsenal londinense. Una vida llena de sinsabores, decepciones y alguna que otra alegría. Os suena???? He de reconocer que en algunos momentos me sentía totalmente identificado con el autor, con el que compartía sus sentimientos hacía el equipo y su estado de ánimo, lo cual, pasado un tiempo, me ha hecho bastante gracia. Yo también creo que lo mejor del fútbol es ir al estadio y subir por las escaleras mientras se oye un runrun a lo lejos, y salir por el vomitorio y ver por primera vez unas gradas repletas de gente y colorido, con cánticos de fondo y unos tipos en el césped correteando como niños. Y darte la vuelta y empezar a fijarte en las caras de la gente, con sus angustias, preocupaciones y temores, pero siempre con un poso de optimismo injustificado, que no siempre fuimos mediocres. Y aunque nunca he sido de los de acompañar al equipo a lugares inhóspitos, ni de hablar monotemáticamente del asunto, ni de anteponer las relaciones personales al calendario de la temporada futbolística, ni otras lindezas del estilo, he de agachar la cabeza cuando en el libro describe un partido de semifinales de copa ante el Liverpool que tuvo que escuchar por la radio. Os sitúo. Después de haber jugado dos partidos que acabaron en empate, en el tercero..."The last two of those four semi-finals against Liverpool nearly killed me. In the third match, Arsenal took the lead in the first minute and hung on to it for the next eighty-nine; I sat and stood and smoked and wandered around for the entirety of the second half, unable to read or talk or think, until Liverpool equalised in injury time. The equaliser was like the shot from a gun that had been aimed at my head for an hour, the sickening difference being that it didn´t put an end to it all like a bullet would have done- on the contrary, it forced me to go through the whole thing again. In the fourth game, three days later, Arsenal took the lead once more, which was when I became so fearful that I had to turn the radio off and discovered the talismanic properties of the Buzzcocks. This time, Liverpool didn´t come back, and Arsenal reached their third FA cup final in three years; the trouble was that I was almost too wrung-out and jumpy and nicotine-poisoned to care." Anda que no he tenido yo de estas. Y que ganas de volver al Calderón!!!!!!!!!

CSS

25 de mayo de 2008:

La última historia que voy a contar de nuestro viaje a la ciudad del viento. Después de rendir tributo al dios del baloncesto, nos dirigimos al aeropuerto para emprender camino de vuelta a casa. Como todos los aeropuertos americanos, el caos reinante nos hizo perder una hora desde que dejamos el coche de alquiler hasta que conseguimos facturar la maleta. Pero lo gracioso sucedió al ir a pasar el control de seguridad. Diréis que esta historia ya la habéis escuchado, y que soy un desgraciado por que siempre me pasan a mi estas cosas, pero esta vez no es así. Yo sólo fui testigo presencial del momento más gracioso que he pasado en un aeropuerto. Después de estar esperando media hora en la cola del control nos llegó, casi, el turno. El menda de delante, un tipo negro bien vestido, joven, con gafitas a lo Spike Lee, enseñó su pasaporte y billete a la que estaba en la puerta controlando, otra mujer negra bastante mona. Algo no le debió de gustar y empezó a discutir con el colega. Al cabo de un minuto, le levantó la cinta y le pidió amablemente que volviese a los mostradores de facturación, pues algo no estaba bien. El menda no quería volver a pasar por aquél infierno (al menos una hora de cola), y siguió discutiendo con ella. La mujer le repitió en voz baja que por favor se marchase, y él se negó. En ese momento, un chillido salió de la boca de la mujer, llamando a los encargados de seguridad del aeropuerto. "CSS!!!!!!, CSS!!!!!", a lo que el pavo, con dos cojones, respondió "CSS!!!!!!, here I am, CSS!!!!!", mientras se descojonaba en la cara de la chica. Durante medio minuto, se hizo el silencio en la cola del control, todo el mundo pendiente de la resolución de la situación. La tensión se podía cortar con un cuchillo, pues todos éramos conscientes de que en este país la seguridad no se discute. Pasó otro medio minuto, y allí no aparecía nadie. La mujer que se empezaba a poner nerviosa, volvió a llamar a los de seguridad, y el negro, que veía que no pasaba nada, se sentía cada vez más seguro de si mismo, y seguía vacilándola, llamando él mismo a los de seguridad y sin dejar de decir que esto era ridículo. En ese momento, se volvió a hacer el silencio en la sala. Por entre uno de los detectores de metales apareció un negro tamaño Shaquille O´Neal, que me sacaba más de una cabeza, y debía de pesar unos 250 kilos, con uniforme de segurata y cara de desayunar bebés por las mañanas. Lo mejor fue la puesta en escena, me recordó un poco a la película de "El sargento de hierro", de Clint Eastwood, cuando los macarrillas reclutas le sacan al sueco para que le de una paliza. No exagero si digo que sólo faltaba una música tipo "ya están aquí los elefantes". Obviamente, el resultado en la vida real no fue el mismo de la película. El caso es que todos los allí presentes nos esperábamos una buena paliza, o una detención espectacular, al más puro estilo americano, pero no. El negrazo, con la voz muy baja, le pidió amablemente al menda que se fuese por donde había venido y que hiciese caso a las indicaciones de la señorita. Con la mayor agachada de cabeza que he visto en mi vida, no tuvo más remedio que irse por donde había venido. Al menos se fue de una pieza. Marga y yo que habíamos asistido al show desde primera fila nos quedamos un poco parados, pensando que éramos los siguientes en hablar con la de seguridad. Como si no hubiese pasado nada, nos saludó con una inmensa y hermosa sonrisa, nos miró los pasaportes y billetes, y nos deseó, con una voz súper dulce, el mejor de los viajes. No se me olvida aún la imagen del negro herido en su orgullo volviendo a la cola, ni del negrazo tranquilo que escenificó perfectamente aquello de "yo soy la ley, y se hace lo que yo digo. Más te vale no ponerte tonto".

M.J.23

24 de mayo de 2008:

Después de la paliza que he dado con los dos últimos post (larguísimos y un poco pesados, lo se), esta va a ser muy rápida. Un par de fotitos, y ya. Con ustedes, MJ23 (bueno, la estatua...).
"The best there ever was. The best there ever will be"



Boda a la americana

23 de mayo de 2008:

El motivo principal de nuestro viaje a Chicago fue el de asistir a la boda de dos de nuestros amigos de NY. Ella, Sandra, doctora a punto de acabar la residencia, y él, Loren, doctor investigando junto a Marga en el laboratorio. Un encanto ambos. Además, ella es de origen peruano, por lo que el español lo tiene absolutamente dominado.
La boda tuvo lugar en una casa/mansión/palacete en medio de un barrio de esos de tipo residencial de los que ya me habéis oído hablar. Al llegar, una señora de protocolo nos explicó como funcionaba la distribución de las mesas, pero claro, como lo dijo con el puro acento de chicago no nos enteramos de nada, así que decidimos, una vez más, improvisar a ver que pasaba. Al entrar vimos unas tarjetas puestas como para que la gente las leyese. Al mirarlas más detenidamente vimos que llevaban nombres escritos, por lo que dedujimos que eran para los invitados. Buscamos nuestros nombres y efectivamente, allí estábamos. Las guardamos después de mirarlas con curiosidad y descubrir que llevaban la palabra "amor" escrita en ruso. Que monos. Al cabo de 5 minutos en los que nos dimos cuenta que no conocíamos a nadie, nos lanzamos al primer grupo de gente joven que vimos y nos presentamos como los amigos hispanos de Loren de NY. Acertamos, pues eran los compañeros de universidad de él que nos saludaron con efusividad y nos contaron pequeñas historias de cuando eran jóvenes. Batallitas, que diría aquél.

Al rato comenzó la ceremonia. Lo primero que me llamó la atención fue ver que en cada asiento había un tríptico con un pequeño guión de lo que iba a ser la ceremonia religiosa, explicando desde el nombre de los novios/padres/damas y damos de honor, hasta como se iban a suceder los acontecimientos y una pequeña descripción de los distintos ritos. El caso es que ha sido de lo más divertido que he visto en cuanto al capítulo "bodas de nuestra vida". Para empezar, hubo que lidiar con el hecho de que ella era católica y él judío, por lo que hubo una ceremonia mixta con un pastor y un rabino. Encima la boda fue en dual, ya que había bastante gente hispana. Así que dos ritos, dos (a veces tres, con el hebreo) idiomas y mucho show. Es que hasta los curas la montan a lo show. Se tiraron toda la ceremonia bromeando con los novios y los invitados, volviéndoles locos por momentos. Muy divertido. Además como había paridad de credo, había momentos curiosos, sobre todo con los del rito judío. Al ser yo neófito en estos menesteres (las católicas las tengo ya muy vistas) fue lo que más me gustó.

Para que luego digáis que sólo cuento fiestas y más fiestas, aquí va un poco de culturilla. Para empezar la ceremonia se celebró bajo un toldo con los cuatro lados abiertos. Este toldo se llama "Chuppah" y simboliza el hogar de los novios, dejando los lados abiertos para que entren el amor de los amigos y los familiares. Al final de la ceremonia el novio tuvo que pisar un cristal y romperlo al grito unísono de los asistentes de "Mazel Tov", que significa buena suerte. Como en las películas... En cuanto a lo de las damas y damos de honor (en adelante, me referiré a ellos como honorarios), este país me volvió a demostrar que es como sale en las películas. Ellas, guapísimas de rojo, y ellos muy elegantes de chaqué raro. Eran 7 por bando, y después de entrar al sarao de dos en dos y del brazo, se ponían al lado de los novios como en fila india. Luego participaban de la ceremonia leyendo y aplaudiendo. De verdad, como en las pelis, pero con vestidos chulos para ellas.

Al acabar la ceremonia, los novios y honorarios salieron de escena para empezar a preparar el show posterior. Nosotros aprovechamos para presentarnos a los padres de Sandra y saludarles a la vez que les dábamos la enhorabuena, y se quedaron un poco asustados de primeras, aunque luego se mostraron como dos personas encantadoras. Aunque para show el que pudo montar la Marqui que en un alarde de iniciativa y al no saber donde nos tocaba sentarnos para la "cena" (era a las 5 de la tarde, así que aún no sabemos si era comida, cena, merienda o qué) nos puso en la primera que vio. La de los familiares de Loren. Y es que había un cartel que ponía "amor" pero en inglés. Claro, había que buscar el cartel con la palabra en ruso, y allí nos tocaba sentarnos. Cambiamos las tarjetas de mesa con disimulo y nos sentamos en la que nos correspondía (esta vez, la elección era más lógica). Nos gustó la idea...Después de un rato de aperitivo, nos pidieron sentarnos, pues empezaba el jaleo. Y digo bien jaleo, por que con los acordes de Sirius, de The Alan Parson´s Project, volvieron a salir al escenario los honorarios. Para el que no lo sepa esta es la sintonía con la que entran los Chicago Bulls a sus partidos en el United Center (ya lo veréis en el próximo post). Los toros del video van recorriendo la ciudad de Chicago y sus puntos de interés, así que además así lo podéis ver. Pelos de punta, señores! Luego estuvo la aparición estelar de los novios. Juzguen ustedes mismos si nos les gusta el show a esta gente. Por cierto, otra de las estrellas de la fiesta, fue el speaker/animador, que le daba a todo un toque de, sí, siento repetirme, show máximo. Luego hablo más de él y sus historias.


Durante el banquete no faltaron los típicos discursos del padrino y de la dama de honor (como en las pelis, por Diosssssssssss) subrayando las bondades de los novios y alguna que otra maldad. Los tengo grabados, pero os los enseño otro día. A mitad de la comida, salían los novios a bailar con sus padres respectivos, y no faltó el baile de Sandra con su padre al estilo reggaeton (dame más gasoliiiinaaaaa!!!!!), del cual salió el hombre totalmente airoso y triunfador.

Después de una "comida-cena" bastante animada en la que estuvimos charlando con amigos de Sandra del hospital y de la infancia, se inició el baile. En lugar del vals de rigor, los novios se estiraron y lo dieron todo con un tango tremendo. Les quedó genial!!!!! Y luego ya el baile, animado por un speaker que te hacía sentir como en el madison square garden. Buenísimo el momento del baile grupal a lo saturday night fever, al que Sandra me arrastró, y que como no, tuve que grabar:


Como lo de la salsa... Ya llevábamos un rato así por lo que la gente no mostraba toda la euforia que hubo realmente. El speaker se encargaba de darnos las indicaciones y de animarnos para seguir dándolo todo. El tío empezaba todas sus frases con el "Ladies and gentlemen" y era como si fuera a decir después "welcome to the jungle!!!!" (esto me lo invento yo, para que captéis el rollo que llevaba el menda). Un profesional de la animación, de los de verdad.



Desde luego no faltaron los momentos de lanzamiento de ramo de la novia a las amigas solteras, ni de retirada a bocados de la liga de la novia por parte del novio para posteriormente lanzarla a sus colegas, ni el show de los damos de honor bailando el YMCA, con los gorritos puestos, faltaría más, y al son que marcaba el showman del micrófono.

Pero para mi, lo mejor fue el momento de la "Hora". Se trata del baile tradicional judío en el que se suben a los novios a un par de sillas y se les levantan al grito de paquito el chocolatero, mientras la gente baila a su alrededor en círculos. Es como mantear a los novios pero con un significado religioso, ya que se supone que el baile traerá buena suerte a los casados. Buena suerte no se si les va a traer, pero un poco de susto en el cuerpo, seguido de un subidón tremendo, no se lo quitó nadie. La verdad es que fue genial.

La fiesta empezó a las 2 de la tarde y acabó a eso de las 10. No faltó de nada, aunque ya me hubiese gustado a mi poder tomarme unas copas de más. Había que volver conduciendo al hotel de Parla, por lo que no me pude soltar como la ocasión merecía. Ya he quedado con el novio en que cuando vuelvan de su viaje de novios vamos a liar una gordísima en el tejado de nuestra casa, a base de cervezas y barbacoas. Y aceptó el reto encantado!!!!!

Chicago

21 de mayo de 2008:

Caray, ya hace casi un mes que no escribo nada en el blog. A lo mejor se me ha olvidado y todo como hacerlo. La verdad es que después de un par de semanas por las Iberias, en las que hemos hecho de todo menos descansar, apetecía volver a casa. Y digo casa por que aunque os echemos mucho de menos, ya nos sentimos neoyorkinos, así que por ahora nuestra casa está aquí. Dentro de un año volverán a cambiar las tornas y Madrid (o Barcelona, o Valencia, o Sidney, o vete tú a saber) volverá a ser nuestro hogar. El viaje bien, la resaca del jet lag, combinada con la resaca del chuletón gallego, también superada, y ahora, después de una semana algo tonta, volvemos a ponernos a tono con la city. Pero antes, el viaje a Chicago.

A pesar de haber montado el viaje en un par de días no salió del todo mal. Lo único es que el hotel lo tuvimos que coger en un pueblo llamado Napperville, a una hora de tren del centro de la ciudad. El barrio era genial, del tipo residencial pijo de "Mujeres Desesperadas", con casitas unifamiliares con jardín, y una población abrumadoramente blanca (algo curioso, la verdad). El hotel estaba bastante bien, con piscinita y todo, pero, como ya he dicho, un poco lejos de la ciudad. El problema con los hoteles de Chicago es que como siempre están llenos piden un dineral por una habitación. Así que tuvimos que tirar de coche de alquiler para desplazarnos al tren. Allí aparcábamos y nos olvidábamos hasta la noche.

Lo primero que me llamó la atención de Chicago fue el río que lo cruza. El Chicago River (la verdad es que otra cosa no, pero obvios, los americanos, lo son un rato) y como han urbanizado a su alrededor, con edificios altísimos y modernos, y parques lineales. Nada más salir de la estación de trenes, Union Station, se ve la Sears Tower, el rascacielos más alto del mundo hasta hace unos años (creo que perdió el status al construirse las Petronas de Kuala Lumpur, creo). Espectacular, como el resto de los rascacielos de la ciudad. Las fotos son de distintos puntos de la ciudad.







Por cierto, en las fotos de Union Station no me digáis que sólo falta el carrito de bebe cayendo por las escaleras, en la mítica escena de los Intocables de Elliot Ness...

Esta foto esta tomada desde el restaurante The Signature Room, en el piso nosecuantos del John Hancock Center, otro de los megaedificios de la ciudad. En vez de subir al observatorio, un piso más arriba, nos metimos en el restaurante y nos gastamos la pasta en tomarnos unos mojitos, en vez de sólo admirar las vistas. A Marga le daba un poco de vértigo, pero las vistas merecían la pena. Lástima que el día no acompañase.
El primer día estuvimos andando por Grant Park, cuyo monumento más famoso es la Buckingham Fountain, réplica exacta de una fuente de Versailles, pero el doble de grande. Además es famosa por ser la primera escena de la gran serie Matrimonio con hijos. La verdad es que impresiona por las dimensiones y la cantidad de agua que utiliza, pero claro, teniendo al lado el lago Michigan, pues claro, no hay problema.

Después de andar a lo largo del parque hasta llegar al planetario y al acuario, nos volvimos al centro de la ciudad, para ver lo que a mi más me gustó. De hecho, me entusiasmó. Se trata del Millenium Park. La atracción principal es el auditorio Jay Pritzker, homenaje al creador del premio más prestigioso del mundo de la arquitectura, y ciudadano con pasta, mucha pasta, de la ciudad del viento. La obra en sí es de Frank Gehry, el del Guggenheim, y es, repito, espectacular. Un auditorio al aire libre con césped para que la gente se tire a escuchar música, y una platea cubierta por láminas de acero retorcido. Cruzando el jardín, hay tubos de acero que sostienen los altavoces y forman una telaraña metálica dando aspecto de cubierta. Pero no lo es. Es una auténtica maravilla. Lástima que no hubiese ningún concierto o espectáculo durante los días que anduvimos por allí, para poder disfrutarlo en toda su intensidad.





A un lado del auditorio, se encontraba la pasarela BP Pedestrian Bridge, también diseñada por Gehry y que comunica el Millenium Park con Grant Park. Igualmente diseñada en acero, con curvas y escamas en sus paredes, la vegetación que la rodea la hace especialmente agradable. Otra maravilla de la arquitectura que merece la pena visitar.

Sin salir del Millenium Park, nos encontramos con la Crown Fountain. Se trata de dos torres rectangulares de unos 16 metros de alto, hechas como de ladrillos de cristal, y que emanan agua por sus cuatro paredes desde arriba formando una lámina casi perfecta, lo que impide que se desparrame por toda la zona. Lo curioso es que en dos de sus paredes, las que se ven enfrentadas, se proyectan imágenes con la cara de ciudadanos anónimos de Chicago. Debe de ser un show verse a este tamaño en medio de la ciudad... Los niños aprovechan para jugar con el agua, y los turistas para volverse un poco locos con las fotos. Una pasada, vamos.

Para acabar de contar Millenium Park, no me puedo olvidar de la atracción más famosa para la gente. Se trata de la Cloud Gate, o como la gente de Chicago (y Marga sin saberlo) llaman "el haba". Se trata de una gota enorme de metal, con forma de haba, sí, y que es bastante divertida. Es como un espejo gigante en el que la gente puede verse haciendo el tonto. A mi lo que más me gustó fue ver como se reflejaba el perfil de los rascacielos.



Seguimos con los edificios. El más emblemático de la ciudad es la Tribune Tower, cuya característica principal es que el dueño del Chicago Tribune, uno de los periódicos locales más importantes, encargó a sus reporteros que le trajeran piedras de los lugares más importantes del mundo. Así, en su fachada se pueden ver piedras de la casa blanca, del vaticano, del parlamento británico, del muro de Berlín, y hasta una roca lunar traída por la expedición del Apolo XV, creo. El edificio de estilo gótico es bastante chulo, y como no, está coronado con su banderita americana de rigor.

Aquí, una muestra de más edificios curiosos de la ciudad, así como del parque que corre junto al río.





Otro de los lugares míticos de la ciudad es la Water Tower y su edificio de enfrente, del mismo estilo. Es un edificio de estilo gótico y que albergaba las bombas que servirían para traer agua potable a la ciudad desde el lago Michigan. Al parecer la cosa no funcionó porque la contaminación de las casas y de las industrias llegaba al lago igualmente, y el bombeo hacía que el agua contaminada volviera a las casas de los habitantes de la ciudad. Así que estuvieron por demoler los dos edificios, pero al final decidieron montar un museo. Como no.



Qué más? Hay un par de calles espectaculares, de esas con casas señoriales de principios del XX, algunas de ellas con sello de Frank Lloyd Wrigth, famoso arquitecto que desarrolló gran parte de su trabajo en Chicago. Me refiero a las casas de Prairie Avenue, mansiones tremendas de varios pisos, con jardines y todo, y que servían para medir el grado de riqueza de los industriales de la ciudad. A día de hoy muchas de estas casas han desaparecido, por distintos motivos, pero las que quedan dan una idea de lo que debió de ser en su momento. También es de este palo la Astor Street, aunque no llega a tanto lujo. Eso sí, las fachadas son preciosas.



Otra de las características de la ciudad que me han llamado la atención es la cantidad de animales que te puedes encontrar en los parques. Muchísimos conejos, muchos patos, muchas gaviotas, hasta leones y tigres...Bueno, estos estaban en un zoo que hay dentro de Lincoln Park, el más grande la ciudad, y al parecer lugar de reunión de los hippies en su momento. Debe de quedar alguno, por que nada más entrar escuchamos como un concierto de música rock que sonaba bastante bien, pero por más que lo buscamos no conseguimos encontrarlo. Y no son cosas de paranoicos ni esquizofrénicos.





Otra característica de la ciudad es la cantidad de esculturas que pueden encontrarse. Además de gran tamaño, nada de chorradas. Desde las clásicas, hasta una de Picasso, o varias de tipo modernismo abstracto. Suelen estar en parques, plazas o entradas de grandes edificios. La verdad es que impresionan, y encima son bastante chulas. La clásica la fotografié por que representa la agricultura, uno de los pilares, junto a la industria, del desarrollo y enriquecimiento de la ciudad. Por cierto, al parecer en Chicago fue donde se instauraron los grandes mataderos que suministraban carne a todo el país, así que haceros una idea del tamaño de los mismos y de su ritmo de trabajo. Así se contaminaba el agua, claro.




La verdad es que este post más bien parece una guía de la ciudad, pero es que con el rollo del hotel en Parla (bueno, en Napperville), no nos ha pasado nada especialmente gracioso. Sólo tuve un mal rollo con el metro de la ciudad. No me lié a patadas con los cajeros expendedores de billetes de milagro. El caso es que en el país de las tarjetas de crédito, era imposible pagar con una en estas máquinas. Además no aceptaban monedas pequeñas y tampoco daban cambio. O sea, todo dificultades. Y encima un puto indio del 7 eleven no nos quiso dar cambio. Acabé histérico por que nos costó un huevo, y la mitad del otro, conseguir cambio para poder pagar los 4 dólares que nos pedían. Muy triste. Por lo menos el metro era muy chulo. En la zona centro, llamada The Loop, el metro va en superficie, por lo que vas viendo el paisaje como en los trenes... Eso sí, toma las curvas que casi te tumbas. Y pasa al lado de las casas, hasta el punto que no se yo si en ciertos lugares podrías sacar la cabeza por la ventana para tomar el aire sin que te casque un tren.

Durante nuestra estancia pudimos comprobar que en esta ciudad la peña bebe y come como auténticos animales. En el tren pudimos ver a peña bebiendo como perros durante todo el trayecto. Un día nos subimos y nos encontramos con varias papeleras llenas de latas vacías. La historia es curiosa, por cuanto en este país está prohibido beber en la calle. Y además está mal visto. La explicación que me dieron es que los trenes en Chicago tienen sus propias reglas, y que en un estado en el que su universidad más prestigiosa (varios premios Nobel de economía la avalan) posee el record de beber mayor cantidad de alcohol en el menor tiempo posible, nada debe extrañarnos. En cuanto a la comida, que decir! Probamos las pizzas estilo Chicago, o Deep Dish Pizza, que es como una pizza donde la pasta forma un cubo que se rellena con queso, tomate y demás ingredientes hasta que tu hígado diga basta. Yo tuve que pedir la hora en un par de sitois, y eso que ya me he acostumbrado a los tamaños americanos. En otro local nos metimos unas costillas de cerdo como las del Tony Roma´s, pero en grande. No pude con ellas tampoco. Y los sandwiches, hamburguesas y demás eran del mismo palo. Así que hemos vuelto bien alimentados y pidiendo ensaladitas y legumbres como pobeshitos. El único día que no pudimos cenar bien fue el primero, ya que decidimos volver al hotel y tomar algo por algún sitio. Craso error. Como ya he dicho, el barrio tenía toda la pinta de ser lo más soso del mundo, pero no pensamos que llegara hasta el punto de que a las 9 de la noche todos los restaurantes estuvieran cerrados. Después de un paseo bastante largo (en coche, eso sí) buscando, decidimos meternos en lo único que vimos abierto: un supermercado gigante donde pudimos comprar ensalada, algo de fiambre y unos bagels para cenar en el hotel. Ah, y una bolsa de doritos que nos duró hasta el día que nos volvimos a NY... Es muy duro desayunar doritos durante dos días...

La última, es encontrarte a esta gente dando un paseo en estas cosas. Al parecer una empresa turística se dedicaba a dar tours por la ciudad a la gente que no tuviese sentido alguno del ridículo, y al parecer de esta hay bastante por aquí. Así que Marga no pudo evitar descojonarse en varias ocasiones al ver a estos grown ups con sus cascos, chalecos reflectantes y unidades motrices especiales todo orgullosos y contentos.