Felicidad absoluta!

29 de junio de 2008:

El principio...



...y el fin.

SIN PALABRAS!!!!!!!!!!!!

Deporte rey, sin duda

26 de junio de 2008:

Anoche nos fuimos a ver un partido de béisbol. Es de los pocos espectáculos deportivos que nos quedaban por conocer desde que llegamos hace ya casi un año. Y no por falta de ganas, sino más bien por falta de entradas. En NY hay dos equipos, los Mets, que juegan en Queens, y los Yankees, que juegan en el Bronx. A nivel de fama y gloria, los Yankees son los elegidos. Por otro lado, los Mets son los que tienen la afición más ruidosa (no se a que me suena todo esto). El caso es que Phil nos consiguió entradas para los Mets, y no íbamos a andarnos con tonterías de este equipo sí, y este no. Así que, en una gran tarde de miércoles, agarramos el tren junto a varios amigos, y nos fuimos al estadio, the Shea Stadium.

La primera idea que me vino a la cabeza al entrar en el estadio fue que este es el deporte que levanta pasiones de verdad en este país. Había vivido ambientes beisboleros en la calle y bares, pero nada que ver con lo que se veía en el estadio. La gente estaba totalmente entregada al juego, gritando a los jugadores sin cesar y animando y cantando cada vez que les ponían algo de música por los altavoces. Eso sí, no voy a negar que el tipo de gente que se podía ver era de los que aquí llaman "rednecks", que son como los paletillos de aquí. Gente bastante gorda (después lo entenderéis), con gorras y camisetas del equipo, pelo rapado, y humor grueso. Sin querer ofender, pero en plan obrerete ibérico. El ambiente que se vivía era más o menos así:

Como se puede ver, durante todo el partido hay vendedores de comida que van acercando las viandas a los fans hambrientos, anunciándolas a gritos. Van cambiando de producto cada cierto tiempo, desde la cerveza hasta los perritos calientes (yo me tomé dos que me sentaron fatal), pasando por helados, pretzels, pizzas, palomitas, etc. Cuando alguien que se encuentra en medio de la fila quiere comprar algo, se pone en marcha la cadena humana de paseo de comida de ida, y de dinero de vuelta. Y es lo más normal, no hay por parte de los eslabones ni un gesto de desaprobación ni de impaciencia, más bien al contrario. Será por que ellos también se pasan comiendo, y bebiendo, sobre todo bebiendo, las dos horas y pico que dura el partido. Por que a mi me sigue asombrando la capacidad de consumo de cerveza de este país, así como su grado de tontería. Si quieres llevar una botella de vino de 200$ por la calle, la tienes que llevar en una bolsa para que no se vea que llevas alcohol. Eso sí, si vas a un partido de béisbol y tienes que coger un tren para llegar al estadio, te montan un chiringuito en las mismas vías del tren para que ya puedas ir al partido bebiendo cerveza en el tren. Y vaya que si vas!!!! Luego, dentro del estadio, las tienes de todos los colores y sabores. Más baratas que en el basquet o en el fútbol, por cierto. Volviendo al tema de la comida, yo creo que la gente va al campo como el que va a una reunión social. La gente se levanta de sus asientos continuamente, hablan a gritos con sus vecinos, juegan con sus niños, y se gastan bromas tontas. Delante nuestro había un grupo de unos 15 señores, con edades de entre los 40 y los 50 años, que se tiraron todo el partido bebiendo cerveza y tirándose palomitas de maíz los unos a los otros. Y se lo pasaron de miedo, por que cada vez que llegaba un nuevo miembro al grupo le ponían hasta arriba de maíz. Si estuvieran en un bar, estarían más atentos al juego.


Hablemos del juego en si. La verdad es que una vez metido en harina, no está tan mal como pueda parecer desde fuera. Se juega a 9 innings, cada uno de ellos dura hasta que 3 bateadores de cada equipo son eliminados, así que va más rápido de lo que parece. Sobre todo al principio, cuando los jugadores aún no se han calentado. Lo mejor de todo, el equivalente al subidón de un gol, es cuando un bateador consigue un home run. Entonces la gente se levanta de sus asientos entusiasmada y tirando toda la comida que pudieran tener sobre sus piernas. Cuando el HR es de los Mets, la manzana que veis en la foto sale de la chistera mientras se ilumina, y la gente lo jalea como el que asiste al gran espectáculo de su vida. Inciso. Al lado del estadio están construyendo uno nuevo (la verdad es que este estadio es bastante incómodo), y la única condición que pusieron los aficionados es que la manzana se trasladara también... Para ser los Mets un equipo sumido en una gran crisis este año, anotaron 4 HR, todos en las primeras 3 entradas, con lo que la gente se entusiasmó rápido. Al lado de la manzana, está el gran marcador electrónico que todo lo mide. Estadísticas de jugadores (fundamentales para los americanos, que disfrutan más de esto que de ninguna otra cosa), resultados de otros partidos, biografía de los jugadores que batean o lanzan, enfin, cualquier cosa que se les ocurra. Un jaleo de tres pares de narices.

Me hizo mucha gracia esta sección de gradas del estadio. Se trata de asientos a 5 dólares cada uno, y que curiosamente no se venden siempre. La razón no es sólo que no se vea bien el partido, sino sobre todo que es el sitio más peligroso del estadio. Una amiga nos contó que vio un partido desde allí una vez, y que lo pasó muy bien pero que durante el peloteo previo se tuvieron que esconder detrás de las gradas por que todas las pelotas iban hacia allá. Y como te de una pelota de esas te puedes morir. Las velocidades que alcanzan eran de hasta 100 mph, y no es que sean de goma espuma precisamente...Pude ver cuando alguna pelota sale despedida hacia la grada como la gente se pelea por cogerlas, niños entre niños, niños con adultos, adultos con viejecitas, etc. Sin ningún pudor.
Personalmente me gustó la experiencia, aunque creo que no volveré a repetir. Marga también se lo pasó bien, sobre todo por que el ambientillo estaba de lo más animado. Durante los cambios de inning, ponían música, karaoke (muy celebrado el de I am a believer), canciones populares, concursos de baile entre aficionados o lanzamiento de camisetas al público. A mi me recordó a los episodios de los Simpsons en los que aparece este deporte. Es exactamente igual, desde los aficionados catetos en familia, hasta la ingesta masiva de comida y cerveza, las celebraciones y los espectáculos de los intermedios. Cada cosa que sucedía me recordaba a una aventurilla del bueno de Homer. Que grandes son.

Jimi Hendrix in the park

25 de junio de 2008:
Los meses de verano son los mejores del año en Nueva York. Es cierto que hay días en los que apenas puedes respirar entre el calor y la humedad, y que suelen caer tormentas que dejan en un simple chirimiri las gotas frías levantinas, pero es la época del año en la que más actividades se pueden desarrollar al aire libre. En todos los grandes parques de la ciudad se multiplican las pantallas de cine (en Brooklyn, hasta te regalan las palomitas), escenarios para representaciones teatrales, conciertos, y hasta clases de todo tipo (en Bryant park, desde petanca hasta ajedrez, pasando por clases de piano y dibujo para niños).
Uno de los acontecimientos estelares del verano es el primer concierto de la Filarmónica de NY en Central Park. El lugar, el Great Lawn, una explanada inmensa de césped en perfectas condiciones. La peculiaridad de escuchar música clásica al aire libre, mientras disfrutas de una pequeña cena, es un reclamo demasiado fuerte para dejarlo pasar. Lo mismo pensaron las miles de personas que allí se reunieron. El plan era sencillo. Fiesta en plan fino. Te montas un pequeño picnic, con cesta, mantel a cuadros, copas de vino, comida de restaurante en tuppers de plástico, y velitas con olores a frutas y flores para darle un aire romántico a la velada. Y a disfrutar de la música. Desde que llegamos me ha hecho gracia la facilidad que tienen los americanos en convertir situaciones normales en acontecimientos elegantes. Esta es una de estas situaciones en las que en España iríamos con los bocatas, las pipas y la bota de vino (así fuimos nosotros...) y aquí sacan el Cabernet Sauvignon y el foie.


El espectáculo comenzaba a las 8 de la tarde, pero Marga y yo, pensando que habría mucha gente, nos acercamos una hora antes. Menos mal. Encontramos un huequecito donde quedarnos, al final de la primera zona abierta al público general (delante del escenario había que pagar entrada...), en medio de todo el sarao. Desplegamos nuestras cosas, que hasta velas llevábamos, y después de descalzarnos, nos pusimos a comer, observar y disfrutar.

La gente estaba como en un día de fiesta (me extrañó que a nadie se le ocurriese llevar barbacoas portátiles) popular, en plan jaleo. Se supone que la gente va a un concierto de música clásica en plan cultureta, callado y serio, pero esto aquí como que no se lleva (quizás en las primeras filas). Del concierto, lo esperado. Una maravilla. Interpretaron desde clásicos de Tchaikovsky (se escribe así?) hasta marchas militares de lo más típicas (sí, cayó la de barras y estrellas, de lo más jaleada por el pueblo, por cierto). Y como fin de fiesta, una versión muy curiosa de Purple Haze, de Jimi Hendrix. Que no os lo creéis? Allá va (el vídeo está oscuro, sólo se oye la música y el ambientillo).

Más curiosidades. Para facilitar el paso de la gente a través del césped, la policía había dividido la explanada en sectores separados por pasillos formados con vallas. Estas vallas estaban abiertas en distintos puntos para que la gente ya sentada se pudiese mover fuera y dentro. A falta de 10 minutos para que empezara el concierto, cerraron estas vallas, dejando sólo como zona de paso los pasillos que antes decía. A nosotros nos vino bien, pues estábamos al lado de una de estas vallas, que al cerrarse nos permitió ocupar más espacio con la toalla. La policía se encargaba de vigilar que nadie saltara la valla. Y vaya que si pusieron celo en ello. Durante toda la noche nos estuvimos descojonando cada vez que un iluso pretendía saltarla para poder desplazarse fuera del recinto y trataba de convencer a una policía (china por cierto, como la mayoría de los que vimos anoche, muy curioso) de que era más rápido que ir saltando a los millones de gentes tirados en el césped. La policía le decía que sí, que muy bien, pero que se diese la vuelta por donde había venido y que saliese por donde le correspondía. A los que saltaban cuando no estaba delante, les llegaba con los brazos abiertos en postura de "por aquí no pasas, chaval", y les volvía a meter en la zona acotada. De coña.

Para acabar la noche, desplegaron fuegos artificiales por encima del Belvedere Castle. La gente los miraba extasiada, pero estos no han visto en su vida una buena falla. Hasta los fuegos de Torrevieja eran mucho mejores y más espectaculares que estos, y no lo digo con el DNI en la boca, que los que me conocen saben de mi animadversión hacia estos elementos pirotécnicos. Pero bueno, para acabar la noche, no estuvieron mal del todo.
En definitiva, una noche fantástica, buena comida, buena compañía, gran ambientazo. Vuelven a tocar a mediados de julio en un parque de Brooklyn que queremos conocer, Prospect Park, así que seguro que aprovechamos la ocasión y repetimos.
Y esta noche al Besibol, por fin!!!! Let´s go Mets!!!!!!

Euforia (y posterior resaca) TOTAL

23 de junio de 2008:

Si, ya se que no hemos ganado nada de nada todavía, que sólo hemos pasado a semifinales de la Eurocopa, y que a lo mejor después de ganar a Italia nos la pegamos con los rusos. Pero da lo mismo. Disfrutemos del momento, que ya vendrán otras euforias.

A pesar de vivir los días previos con total pesimismo, supongo que como la mayoría del país, el día del partido me levanté algo nervioso, con esa inquietud que te impide estar más de un minuto parado, como consecuencia del inevitable pensamiento repentino de "¿Y si ganan esta vez??". La lectura era un ejercicio imposible, la música me desquiciaba, y sólo de ver a la gente corriendo por la calle ajena a mi sufrimiento, me desesperaba profundamente. Marga, la pobre, que ya las ha pasado de todos los colores con el atleti, me miraba y sonreía, sin decir nada. Así que yo sólo deseaba que pasara el tiempo y que comenzara el partido. De primeras tenía pensado verlo en casa sólo, por aquello de la tensión, pero se me ocurrió llamar a Phil y este me comentó de quedar para verlo juntos. Bueno, al menos nos tomamos una cerveza y alguien se podrá apiadar de mi en caso de derrota. Dicho y hecho, tiramos para un irlandés al lado de mi casa, junto con Beck y Marga. Nada más entrar, me di cuenta que no estaba en casa, pues sólo veía camisetas italianas. Me llamó la atención la serenidad con la que vivían el momento, súper tranquilos, como si se dispusieran a ver un amistoso, o algo así. Yo por el contrario, entré totalmente desquiciado de los nervios, y pidiendo cerveza a gritos. Al principio, nuestros amigos se asombraban de verme tan tenso, hablándole a la televisión, dibujando las jugadas que hubiesen logrado perforar la portería azurra, y moviéndome de un lado a otro, sin poder sentarme ni un solo momento. Luego, con el paso de los minutos, y de las cervezas (y whiskeys, y...) se vinieron arriba y acabaron dando gritos de ánimo y saltando a cada ocasión. Phil era un español más, sufrió casi tanto como yo, y Beck se lamentaba profundamente de no haberse puesto maquillaje con los colores nacionales. Después de la tanda de penaltys, que gritamos como si nos jugásemos la vida, me sentí tan cansado que no me lo podía creer. Lo único que se me ocurrió fue llamar a mi hermano en Ceuta, para celebrarlo con lágrimas en los ojos. La grande Italia había sucumbido, el bar se vaciaba de gente, y los últimos italianos que quedaban, al darse cuenta de que éramos españoles, levantaban sus cervezas como símbolo de reconocimiento, pero también con la mirada de quien sabe que ya ha ganado 4 mundiales, y que España no ha hecho más que pasar a semifinales. Aún así me gustó. Y además, para recuperar las fuerzas, nos metimos una ronda de tequilas tamaño king size. Para ponernos calentitos, más que nada. Normal que a la salida del bar, ni la lluvia mojase.
Para acabar la tarde, bueno y la noche, que al final nos acostamos a eso de la 1 (el partido empezó a las 3) nos fuimos todos a casa, a la azotea, a seguir bebiendo, comiendo y charlando, sobre todo bebiendo. Vino español, eso sí (un par de albariños y un riberita), y una botellita de Jameson, por aquello de las raíces irlandesas de Beck. El atardecer nos acompañó durante toda la velada, junto con la euforia. Hasta Marga se vino arriba y acabó igual de borracha que todos los demás. Ella sólo necesito un par de tequilas.

Lo más divertido fue que Beck, al escucharme gritar improperios a granel durante el partido, quiso aprenderlos para cuando vaya a España, así que nos tuvo a Marga y a mi enseñándole a insultar. El resultado, tremendo documento...

La resaca del día de hoy ha sido espectacular. Menos mal que tenía clase por la tarde y que he podido dormir varias horas. Ahí estaba yo feliz, en el autobús, después de comer, fresquito gracias al aire acondicionado, y relajado por la ausencia de otros viajeros. Una parada me duró la paz. Al detenerse el bus por primera vez, una horda de críos de unos 8-9 años, por lo menos 30, nos han invadido al más puro estilo Hunos. Ahora se lo que sentía la gente cuando Atila aparecía por su pueblo. Durante 15 minutos, de los más largos de toda mi vida, he tenido que soportar a toda una clase de prepúberes berreando, moviéndose de un lado a otro, y con ganas de juerga. Por un momento me he acordado de Michael Douglas en su gran papel de Día de Furia. Sólo me faltaba el fusil, pero creo que con el globo que llevaba encima hubiese preferido dirigirlo hacia mi propia cabeza que hacia cabeza ajena. Mis chacras han aguantado bien y la clase ha ido bastante bien. Pero la tarde me deparaba otra sorpresa. Training class, a última hora, con otros entrenadores en las oficinas de la empresa. Bien. Se trataba, más que nada, de hacer el ridículo delante de adultos que además te puntuaban y te corregían. Y yo, con resaca, hambre, y ganas de morirme en cualquier esquina. Reconozco cierta utilidad a la hora de aplicar nuevos juegos con los niños, pero así en frío, sin alcohol de por medio, ponerte a hacer el capullo delante de tus jefes, pues como que no me sale. Así que he llegado a la conclusión de que no voy ascender en la vida, lo sé, así que me quedaré en el nivel más básico de coach (además estuve discutiendo el otro día con el tipo que hace las evaluaciones, por que decía que no hacía suficientes payasadas...).

Mañana por la tarde a Central Park a ver a la Filarmónica. Si no llueve, ya os contaré que tal.

Fotos varias (comentadas, eso sí)

19 de junio de 2008:

Puede parecer que este mes no estoy haciendo gran cosa, vista la productividad del post, pero la verdad es que está haciendo un calor tremendo, y las clases de fútbol empiezan a ser bastante aburridas, y claro, eso se nota en el ánimo a la hora de escribir. A veces, hasta me dan ganas de mandar a los niños a tomar por saco, que les aguanten sus padres o nanys, que a mi no me apetece res...La verdad es que esta semana hemos estado más o menos entretenidos, y nos espera un veranito de aúpa, con mucho cine en el MOMA, un par de eventos deportivos más (pobre Gasol, vaya palo le dieron el otro día), y creo que algo de playita. Y espero que podamos ir a Washington, pero esto hay que negociarlo. Así que pongo un par de fotitos y así me suelto un poco escribiendo.
Un español en NY (¿Los Rebeldes?)

New York la nuit


Beer garden en Astoria
Esto estuvo de lo más curioso. Nos invitaron unos amigos a tomar unas cervezas en la zona de Astoria, en el barrio de Queens, al norte y al lado de Manhattan. Nos encontramos en un lugar genial para pasar la tarde. La entrada es un restaurante normal y corriente (bueno, con guardias de seguridad de los de pistola y bandera americana cosida en la camisa) pero al salir al patio, te encontrabas directamente en la verbena de tu pueblo (del que tenga pueblo, el resto ya sabe a lo que me refiero). Hasta se podía oler a sardinas asadas!!!!! Un patio interior enorme, con varias mesas corridas, y repleto de gente bebiendo cerveza y comiendo hamburguesas y salchichas, que no hotdogs, con choucroute. Por algo era una casa de cultura de la antigua Checoslovaquia. Al parecer en esta zona de Queens se estableció hace mucho tiempo una colonia de lo más numerosa de inmigrantes checos, y lo cierto es que se nota por la cantidad de edificios y casas con banderas de ese país. Y qué decir, del beer garden, puro alcoholismo al estilo bávaro. Lo cierto es que estaba hasta la bandera, y no precisamente de gente de bajo nivel económico, más bien todo lo contrario, gente joven muy bien arreglada así como curritos trajeados dispuestos a ver si caía algo interesante por allí. Y es que nosotros llegamos con la intención de tomarnos un par de cervezas al aire libre, pero allí la gente se tomaba el bar como el que va a una discoteca de moda. Súper arreglados y con la caña preparada. Parece ser que durante el día es como un club social, con niños jugando y abuelitos de palique. Por la noche, a hacer negocio, que diría aquél. Y ahora en verano, mientras bebes y comes, puedes escuchar al aire libre y sin pagar un dólar, conciertos en directo. Y no está tan lejos de casa como pueda parecer... Así que plenamente recomendable para futuras visitas y fines de semana.
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Va a llegar la tormenta, parece...

Y bien que llegó. La última semana ha sido tremenda. Con el calor que ha hecho y la humedad apenas se podía respirar. Y además, como resultado del bochorno reinante, nos cayeron dos o tres tormentas espectaculares. Esta anterior fue la previa a la inauguración de la temporada de cine de verano en Bryant Park. Nos quedamos sin ver a Bond, James Bond, contra el Dr. No (y bueno sí, a Ursula Andress saliendo del océano en plan mito).
Esos pelooooooooossssss!!!!!


Con mi bota de vino y mi bocata de salchichón...

9 de junio de 2008:

Anoche estuve en el fútbol, como el nombre de la entrada bien indica (siempre y cuando el lector sea un acérrimo de aquél emblemático grupo del barrio de Hortaleza llamado Los Porretas). El partido enfrentaba a las selecciones nacionales de Estados Unidos y Argentina. Fundamentalmente, quería quitarme un poco el mono de no haber ido a un partido de fútbol durante un par de años, pero además la presencia del Kun y de Maxi me harían recordar un poco de la esencia rojiblanca que tanto he echado de menos últimamente. Sobre todo, tenía ganas de ver al DJ. Como escolta llevaba a Phil y a Camilo, dos de los cracks que conocemos por aquí y que tan bien nos tratan. Y encima acompañan a la hora de beber, así que mejor compañía, imposible. El partido se disputaba en el estadio de los Giants, en New Jersey, al lado del pabellón IZOD center, donde ya estuve viendo un partido de la NBA. Los autobuses salían de Port Authority, y el ambiente, dos horas antes del partido, era espectacular. Cientos de camisetas y banderas argentinas abarrotaban la terminal de autobuses, y el español era el idioma mayoritario en el lugar. La gente mostraba sobre todo mucha ilusión por poder ver a sus ídolos, aquí en el exilio. La afición local, aunque en menor número, también se dejaba ver, aunque sin montar ningún escándalo. Al llegar al estadio, me acordé de las tardes de domingo en Madrid, cuando llegaba al Calderón. Las inmediaciones repletas de gente, los parkings llenos de coches y grupos de personas celebrando una fiesta tremenda a base de barbacoas, cervezas y partidos de fútbol. Y jaleo, mucho jaleo. Los argentinos nunca se han destacado por ser una afición especialmente tranquila, y en esta ocasión no iba a ser una excepción.

El estadio era enorme, con una capacidad de 80.000 espectadores (se llenó, por cierto). A pesar de tener menos de 20 años, a su lado ya están construyendo otro estadio nuevo, cuya única finalidad es la de proporcionar más asientos VIP de los que pueden ofrecer en la actualidad. Llegamos al campo como una hora antes del kick off, y hacía un calor de tres pares de narices. Yo llegué completamente empapado en sudor a nuestros asientos, y eso que no tuvimos que andar demasiado. Ernesto puede dar fe del calor que está haciendo en la Big Apple estos días. Así que no tuvimos más remedio que tirarnos al bar y empezar a beber cervecita fresca. Lo mejor de los americanos es que beban lo que beban, en un terreno deportivo no se vuelven locos, así que les dejan beber alcohol. Y nosotros bien que lo aprovechamos, claro. Secuencia de como se fue llenando el estadio:

Ahora la sorpresa. Ya había contado que en los eventos deportivos los americanos eran como muy fríos, sin cantar ni increpar, ni nada. Únicamente se dedicaban a ver el partido, a beber y a comer. Pues bien, parece ser que a la hora de ir al fútbol han adoptado perfectamente la idiosincrasia del espectador europeo, y se tiran más por el lado del show y el cántico. Hasta insultan cuando saca el portero rival. Nuestras entradas (fantásticas, dicho sea de paso), estaban justo encima del grupo de seguidores americanos que llevaban la voz cantante a la hora de arengar a sus jugadores. Su nombre oficial, al más puro estilo grupo de Ultras, la Uncle Sam´s Army. Eso sí, sin meterse con nadie, bueno, sólo con el portero rival, ya... Resulta que esta banda se tiró absolutamente todo el partido cantando y vociferando, cuales tiffosi profesionales. Y como gritaban más que nadie, durante la mayor parte del encuentro apenas se pudo oír a los cerca de 40.000 argentinos (a ojo, y más o menos) que allí se habían citado. Ver para creer.

El partido fue malo futbolísticamente hablando (Argentina se dedicó a tocarse los huevos, ni Messi, ni Agüero hicieron nada interesante, y los americanos eran bastante malillos), pero increíble como espectáculo deportivo por la atmósfera y el ambiente que proyectaban las aficiones. Ya he contado anteriormente en el blog que al principio de cada evento se canta el himno nacional, y obviamente, en esta ocasión, no iba a cambiar el guión. Lo que si que cambió fue la euforia. Primero va el himno argentino (curiosamente, apenas se oye a la gente cantarlo o tararearlo), pero después va el americano, y reconozco que se me pusieron los pelos de punta. En este partido jugaban los Estados Unidos, y eso no es lo mismo que cuando juegan los Knicks o los Nets, así que la gente lo dio todo. Y de verdad.


Durante la primera parte Argentina se dedicó a tocar y a tocar el balón, mientras US corrían detrás e intentaban salir a la contra cuando podían. Cruz tuvo tres mano a mano con el portero americano, pero en todas las ocasiones la tiró fatal. Así que al descanso 0-0 y los americanos tan contentos de no ir perdiendo. De hecho, en la reanudación se crecieron, al ver que los argentinos ya no atacaban tanto y se dedicaban a vaguear en el centro del campo (que malo es Gago señores). Hasta tuvieron un par de ocasiones muy claras, cabezazo a la madera incluido, que pudo haber inclinado la balanza de su lado. Pero en este país el fútbol no puede avanzar si los árbitros que tienen son tan malos como el de anoche. Ya se que es clasista, pero lo repito. Si quieres tener una buena liga, tráete a jugadores sudamericanos brasileños, argentinos, mejicanos o colombianos, pero no te traigas a jugadores guatelmatecos, costaricenses, o panameños, por que no valen para nada. Un ejemplo. El preparador de porteros de los US era sudamericano, supongo que de centroamérica, por la pinta que tenía. A la hora del entrenamiento, fue incapaz de tirarle bien la pelota al portero ni una sola vez. Todas a la grada, o al revés de como se las pedía el portero. Era ridículo verlo. A la hora de tirar a portería, eso si, las clavaba todas en la escuadra, pero claro, daba la sensación de que se le olvidaba que estaba allí para tirárselas al portero, no para lucirse personalmente. Vuelvo al árbitro. El partido era amistoso, y a pesar de jugar Argentina y de que los americanos eran puro músculo y fuerza, no se dieron ni una patada. Pues hubo dos expulsados. Primero el americano, a mediados del segundo tiempo, cuando más apretaban, y luego un argentino (Mascherano) cuando quedaban 5 minutos. En ese momento la gente se vino totalmente arriba y empujó a ver si su equipo conseguía el gol de la victoria. Estuvo cerca, pero no llegó. Yo pensaba que les iban a meter 8, pero al final acabé gritando como el que más para que marcasen los americanos (que D10s me perdone...). Y por si la épica era poca, se rompió el cielo y empezó a llover a saco. La típica tormenta de verano, que refrescó el ambiente, pero no hizo mella en la afición que gritó con más fuerza si cabe. Yo no hacía más que pensar "Euforiaaaaaaaaaaa!!!!!!!!", completamente calado hasta los huesos, pero anestesiado por la adrenalina y la cerveza. Por un momento, de cuanto gritaba la gente de ¡¡USA!! ¡¡USA!! me dio la sensación de que si llegan a marcar se cae el estadio.

Yo no se si es que hacía tiempo que no iba al fútbol, pero me recordó a las buenas tardes del Calderón con la gente entregada y cegada. Gran partido, finalmente...Lo peor fue a la salida, que tuvimos que esperar una cola de más de una hora para poder coger el autobús de vuelta a NY. Al menos ya no llovía. Eso sí, la gente seguía con la euforia del momento.
Por cierto, el miércoles estuvimos en casa haciendo una barbacoa en el tejado de nuestro edificio. En esta ocasión, voy a dejar que Ernesto describa la noche, al ser quién más fotos y vídeos tomó, y tratarse de un special guest. De hecho, estaría genial que la gente que viene a vernos, a nosotros primero, y a la ciudad de paso, escriba sus experiencias en NY en este blog. Así el libro estará más completito y será más divertido (ya me se yo quién se va a apuntar al tema).