P.S.1

15 de febrero de 2009:

Ayer para celebrar el día de San Valentín, nos fuimos a ver la parte extrema del MOMA. Me refiero al museo PS1, que pertenece al MOMA y que expone obras más atrevidas y extremas.


Llegamos después de una pequeña peripecia en el metro a Long Island, (un negro casi nos lleva de la mano desde el metro hasta el museo, hay que ver que amables son los americanos) y nos encontramos con un barrio bastante cutre, de avenidas anchas, edificios abandonados, y casas muy viejas. El metro circula sobre vías metálicas por encima de la calle, y el dinner en el que comimos, de maravilla, eso sí, parecía sacado de los años 50, de los de verdad.



El edificio se ubica en una especie de colegio (como su propio nombre indica, Public School nº1) muy grande. En verano, en su gran patio exterior hacen exposiciones y fiestas con DJ´s y música disco a todo trapo, que gozan de gran popularidad. Nosotros intentamos ir el año pasado, pero por unas cosas u otras, al final no pudimos hacerlo. No creo que nos de tiempo a ir este año, pues empiezan en unas fechas en las que seguramente ya no estemos aquí. Que se le va a hacer. Hablando del PS1, vayamos por partes. Primero el edificio. Se entra por una puerta gigante metálica que da acceso al antiguo patio del colegio. Al lado del paseo que lleva a la puerta del edificio, hay como habitaciones con muros de hormigón muy altos, que se supone que también sirven para acoger obras de arte. Por dentro, no parece un museo, quizás tampoco un colegio. Sólo los pasillos asemejan a los de una escuela. Parece más bien un almacén inmenso en estado lamentable, con desconchones en las paredes, tuberías a lo largo de los pasillos, puertas metálicas corroídas, lámparas parpadeantes...Como de película de terror. Obviamente esta muy estudiada esta imagen, pero impresiona. Las escaleras metálicas parecen sacadas de un manicomio de principio de siglo, o de una cárcel, con sus verjas metálicas. Las paredes de las escaleras tenían también obras de arte, a base de pinturas, figuras hechas con cinta adhesiva, todo en blanco y negro, muy tétrico. Algunas de las puertas estaban cerradas con cadenas. a lo almacén abandonado. La recepción es una mesita muy pequeña, y la distribución del edificio está pintada en pizarras colgadas de la pared con las salas ocupadas por exposiciones pintadas de colores. Como en el cole. Enfin, el edificio de lo más curioso.



Y las exposiciones, un gran show. Nada más llegar, mientras esperábamos a que nos diesen la entrada, escuchamos como unos gritos que parecían venir justo detrás nuestro. Era como una mujer chillando, llamando nuestra atención. Al darnos la vuelta nos dimos cuenta que en el suelo había un agujero en el parquet de madera, de unos 5 cm. de diámetro (minúsculo) con una pantalla de televisión enana. Era genial, por que parecía que a través de un agujero en el suelo veías lo que pasaba en el piso de abajo. Luego estuvimos viendo una serie de vídeos de un artista israelí (Yael Bartana) de lo más raros. En uno mostraba a los locos de los coches 4x4 que se reunían en una zona para subirse por las rocas en plan cabra, con el mar de fondo. Todo en habitaciones a oscuras, con la gente sentada en el suelo o en puffs. Después de subir por las escaleras infernales y de ver otra exposición de fotografías encontramos otra obra curiosa. Pasando a través de una habitación a oscuras, con luces de estas estroboscópicas (brillantes y parpadeantes), llegabas a otra estancia en la que dentro de una enorme el artista había metido un unicornio blanco, tamaño natural. Lo curioso era que el cristal que le protegía tenía diferentes texturas, y que según el ángulo desde el que lo mirases, se veía el unicornio, o no. Era curioso. Luego estaba la obra de un tipo del que ya he hablado aquí, Olafur Eliasson. En una habitación muy grande, había puesto un espejo gigante en el techo con cristales acoplados, y que rotaba. La gente se tiraba en el suelo y se veía distorsionada. Ideal para descansar un poco.

Luego otra cosa curiosa era una serie de cuadros de Lutz Bacher, con imágenes de gente famosa y frases chistosas. Pero lo mejor era la piscina de Leandro Erlich. Una piscina con una lámina transparente puesta a unos 30cm de la superficie, y el resto por debajo de la lámina en plan habitación. Se veía a través del agua a la gente, tanto desde arriba como desde abajo. Aparece Marga en una de las fotos, vista a través del agua. Era muy chulo. Y es la única obra en la que pude hacer fotos (no estaba permitido hacerlas en el resto de exhibiciones). Pero como era la mejor, pues eso.


Como buen museo MOMA extremo, la gente que lo visitaba era la más cool de la ciudad, por lo que las pintas que se llevaban eran importantes. Era curioso ver a los guayses por las calles cutres de Long Island, entre almacenes abandonados y completamente cubiertos de graffitis. Por cierto, el próximo post lo lleno de fotos de graffitis.

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