BBQ

21 de septiembre de 2008:

Pues nada, ya nos ha abandonado el gran Xelu. Ayer marchó camino de las Iberias, no con cierto pesar, y nosotros nos quedamos un poco más solos. He de decir, sin embargo, que mi organismo no hubiese aguantado muchas más caminatas y emblemas turísticos. Hoy estoy como derrotado por el esfuerzo de una semana en la que creo que he hecho más kilómetros que cuando hice el camino de Santiago. Eso sí, 10 años mayor (como pasa el tiempo, qué barbaridad). Para celebrar la marcha de Xelu, organizamos una pequeña barbacoa en el tejado, sabedores del gusto carnívoro de nuestro anfitrión. Yo quería introducir a Xelu al ritmo de los Blues Brothers, en plan aparición estelar con la música a toda pastilla, pero por razones que se escapan a mi comprensión, se negó rotundamente. Así que nos conformamos con las presentaciones formales.

Al montar la barbacoa, invitamos a varios amigos, y acabamos con una mezcla de americanos, españoles (andaluces, catalanes, murcianos, y otros locos de la vida dispuestos a pasar una temporada en NY), rusas, chipriotas, holandesas, griegos y Portorriqueñas de lo más curiosa. Lo que iba a ser una reunión informal acabó siendo una comilona para unos 30 (y gracias, que hubo mucha gente que no pudo venir). Y todos en el tejado de casa. Menos mal que no llovió, al contrario hizo un día espléndido, por que sino no se donde nos hubiésemos metido (en casa no entraban ni de pie). Tuvimos que avisar al portero y todo de la que se nos venía encima... El resto de los vecinos flipaban al ver a tanta gente en la terraza. Alguno hasta intentó acoplarse y ligarse a una de las invitadas. Pero sin éxito. Creo. Y pudo ser peor, por que si nosotros la montamos de día, otros vecinos la montaron nocturna y multitudinaria, así que al final del día (sí claro, nos alargamos hasta las 10 de la noche que nos echaban del tejado), nos juntamos como unas 50 personas todas comiendo y bebiendo.




Al final todo salió estupendamente. Marga hizo comida como para un regimiento, y a pesar de haber españoles de por medio, sobró bastante. Nos pusimos hasta arriba de hamburguesas, perritos, ensaladas de todo tipo, quesos, embutidos en plan pan tumaca, y guacamole. No se que tendrá el aguacate pero es bastante adictivo. Así que hasta Santi, que viene el martes, probará las delicias que el sábado se tomaron. Y desde luego, como siempre, faltó bebida. La gente trajo cervezas y otros licores, pero como siempre crece la euforia, acaba faltando. De hecho, cuando ya todo el mundo se había ido y sólo quedaban unos irreductibles en casa, Xelu y yo nos fuimos a comprar birras y volvimos con una serie de cervezas hechas en Brooklyn y de distintos sabores, así que acabamos la noche en plan cata de cebada. Bien buenas que estaban, sobre todo la que tenía especias orientales, o eso decía en la etiqueta.

Además se empezó a gestar un viaje tremendo para pasar el fin de año con unos amigos en un lugar de los que dejan huella. Ya veremos si sale, pero desde luego hay que intentarlo.

No hay comentarios: