Misa Baptista (fuimos al Gospel!!!!)

14 de abril de 2008:

Este finde nos hemos dedicado a andar como locos. El sábado nos fuimos a ver el barrio de Tribeca, que como su propio nombre indica, es el TRIángulo BElow CAnal street. Es como si al barrio de Chamartín lo llaman ZOna al ESte de la CAstellana. El caso es que se trata de un barrio bastante curioso, donde abundan las galerías de arte y los edificios chulos. Para muestra, unas fotillos.



El callejón de la derecha es una localización perfecta para una película de mafiosos... Por la tarde, mientras mis padres volvían por enésima ve a Chinatown a comprar relojes de imitación y pelearse con un chino por el precio (que mira que había chinos en Chinatown, y se fueron tres veces a por el mismo), me fui con la Marqui a dar un paseo por el parque de Riverside, al lado de casa, que ya era hora de que nos diese un poco el sol. Espectaculares los prunus en plena floración. Lástima de luz, que no dejó hacer buenas fotos. Es tremendo como en cuanto sale un poco el sol la gente se abalanza sobre los parques con las bicis, patines y bates de béisbol. A mi hoy me han dicho que hacía un tiempo como en España. Discutible, pero en fin.

Por la noche nos llevamos a mis padres a cenar a un sitio que hay al lado de casa que además de darte de comer te ofrece un concierto de jazz. En este caso tampoco fue jazz, mi madre vuelve frustrada después de dos experiencias fallidas, pero era blues del bueno. Un pibe cantaba como los buenos bluesman, el de la guitarra, que lo hacía muy bien, usaba la nariz al principio del número para interpretar un rock, el pianista era un hombre de unos 200 años, con gorro berebere, y expresión imperturbable, como si aquello no fuera con él. El batería era el único normal, por que el bajista, a parte de ser el único blanco, y tener sus añitos, no hacía más que guiñar los ojos a modo de tic nervioso. Después de cenar, lo cual gracias a un camarero indio empanado no fue tan evidente, nos fuimos a Times Square, ya que merece la pena verlo iluminado por la noche. Mis padres alucinaron con lo s anuncios, pantallas y neones. Además de con la cantidad de gente que circulaba por allí. Nos intentamos meter en el BBKing Blues Bar, a tomar la última, pero nos encontramos con un millón de negros en la puerta dispuestos a entrar a algún concierto o fiesta. Me impresionó ver los cacheos a la entrada del local, así como la llegada de quién supongo era el artista invitado, a lomos de un impresionante mercedes MacLaren SLR, espectacular, y llevando por comitiva una serie de coches entre los que se contaban dos ferraris y dos lamborghinis, de colores llamativos, no sea que la gente no se fije, y que en total debían de valer unos 3 millones de euros, a ojo.

EL domingo por la mañana nos fuimos a Harlem a presenciar una misa de Gospel, a una iglesia recomendada por una amiga de mi madre. Desde que llegamos a New York habíamos querido ir, pero necesitábamos una buena excusa para levantarnos a las 8 de la mañana de un domingo. Mis padres dando gritos ayudaron a la proeza. Nada más llegar me sentí como aquél que intenta entrar en una discoteca. Cola en la puerta, grupos que habían reservado y que obviamente se colaban (la lista de invitados es lo que tiene), y un negro en la puerta minando nuestra moral diciéndonos que no entrábamos ni de coña. Como en el último club de moda. Y no, tampoco nos dejaron entrar.

Como la situación era un tanto desesperada (de madrugón y en medio de Harlem), nos fiamos de lo que nos dijo un yonqui en las últimas, y nos encaminamos a una calle lateral donde encontramos otra iglesia, más grande que la anterior, y en la que pudimos presenciar el show. Y digo bien que fue un show. El cura eran tres señoras de unos 100 kilos cada uno que se turnaban para dar arengas al personal. Detrás, un grupo de mujeres de rojo cantando y a la izquierda otro grupo de mujeres dando palmas. El personal estaba formado por la parroquia habitual, negra en la zona de butacas, y con sus atuendos de gala, y blanca turista con gorras en la zona de gradas. Por cierto, en un momento dado, la misa incluye un agradecimiento a los "visitantes". Nosotros, que llegamos tarde, nos sentamos con los locales. Los niños iban vestidos de blanco ellas y de traje ellos. En un momento dado salían bailando por los pasillos dando voces y palmas. La verdad es que fue bastante divertido, ya que no sólo aprovechaban para dar misa, sino que también lo aprovechaban como reunión de la comunidad. En un momento dado se pusieron a leer el orden de la semana, advirtiendo que el jueves había reunión de jóvenes y que por favor los padres tomasen nota, o deseando suerte a un colega que tenía un examen la semana de después. Y luego cantaban. Y aplaudían. Y bailaban. Y se levantaba la gente. Y se acercaban al altar para rezar todos abrazados. Y volvían a cantar. Mucho ritmo tiene esta gente en las venas, mucho ritmo... Además las canciones eran bastante movidas, y entretenidas. Así la verdad es que, creo yo si fuera católico, daría gusto ir a misa, y no a los sermones que nos dan en España, tristes, aburridos y con proverbios escandinavos metidos con calzador. Y así durante dos horas, que fue cuando nos fuimos nosotros, por que esta gente allí seguía. Se deben de tirar todo el día de fest. Lo mejor fue que habían traído a un pastor de Alabama, a modo de artista invitado. Después de superar los nervios iniciales por verse en campo ajeno, se vino arriba y acabó cantando una canción a capella que obviamente la gente coreó como si estuviese en un concierto de soul. Hasta el cumpleaños feliz le cantaron a unas niñas gemelas. Yo me lo pasé muy bien, mis padres también, y Marga amenaza con llevarme todos los domingos. Ya veremos. La pena, es que no me dejaron hacer fotos, pero me podía haber puesto las botas.

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