Death Valley

17 de marzo de 2009:

Nada más salir de Las Vegas, nos encaminamos hacia el otro parque natural objeto de nuestro viaje. El Death Valley. Después de un viaje a través del desierto (otra vez), llegamos pasadas 3 horas a nuestro destino. En esas tres horas de viaje cruzamos unos 3 pueblos "grandes", con poco atractivo salvo la sensación de encontrarte con el mecánico de la película de Oliver Stone U turn.

Nada más llegar nos dimos cuenta de que esto no tenía nada que ver con el Gran Canyon. Aquí no había casetas a la entrada, ni árboles que impidiesen ver más allá de pocos metros, ni desde luego autobuses de turistas o coches aparcados. La entrada era una carretera de doble sentido, sinuosa y áspera. Y solitaria.






Al cabo de un par de kilómetros, hicimos la primera parada para comprar la entrada al parque. Un inciso. Al llegar al Gran Canyon a las mil de la noche, las cabinas estaban cerradas, por lo que esa noche no pagamos entrada al parque (25$ por coche). A la mañana siguiente intentamos pagar en una de las oficinas de los rangers, y allí, el guarda, a la pregunta de donde podríamos pagar la entrada del parque, nos puso cara de asombro, mientras preguntaba, incrédulo, que por qué la queríamos pagar. Yo, ecologista convencido y sabiendo que así es como se mantienen los parques naturales, insistí de nuevo en como podría pagar la entrada. De nuevo me puso cara de alucine y me volvió a decir que enhorabuena, que me había colado, y que para qué iba a pagar. El caso es que lo decía completamente en serio, así que desistí y seguí adelante by the face por el parque del Canyon. Vuelvo al Valley. Aquí las entradas se compraban en maquinitas como las de los parkings, sólo que en medio del desierto. Y necesitabas la entrada para pillar mapas con rutas y puntos de interés. Así que esta vez la pagamos. Nada más llegar, nos tuvimos que parar a mirar y hacer fotos. Una carretera recta, que se perdía a lo lejos, cruzaba una explanada desértica impresionante. Al final, la entrada al valle a través de las montañas. Una vez dentro, nos encontramos de nuevo en otra carretera de película. A ambos lados, y a bastante distancia (unos 5-10 kilómetros a ambos lados, o así), se encontraban las montañas que delimitaban el valle. No se veía un árbol. No se veía un montículo. Sólo arena, y unos arbustos de menos de 1 metro de altura, dispuestos a lo largo del terreno. Y desde el principio, el valle cubierto de sal dominando el paisaje. Las vistas eran increíbles...



En líneas generales, el Death Valley es el Parque Nacional más grande de los Estados Unidos, si exceptuamos los que existen en Alaska (eso si que es una atracción, con gente como Palin de gobernadora). Lo más espectacular del sitio viene dado por su geología, con rocas de distinta naturaleza y numerosos colores. El fondo del valle se encuentra a 80 metros bajo el nivel del mar, el punto más bajo de Norteamérica. Durante el siglo pasado se explotaron algunos lugares para la extracción de minerales diversos, siendo el Borax (ni puta idea de lo que es esto) el más rentable. Esto duró poco tiempo, ya que la lejanía del lugar y lo inhóspito del paraje complicaban sobremanera los trabajos de extracción y sobre todo de transporte a zonas más civilizadas con estación de tren. Uno de los puntos turísticos son los restos de una de estas minas. En la próxima lo cuento.

Al cabo de 5 minutos conduciendo de camino al hotel, nos tuvimos que volver a parar al ver una zona de dunas súper bonita. Se veía perfectamente como se movía la arena con el viento, cubriendo las pisadas de la gente. Este es un punto de interés del parque, recomendado para ver tanto amanecer, como atardecer.








Al cabo de un rato, llegamos por fin al hotel. De lo mejor del parque, por su originalidad. En el PUTO medio del desierto, un hotel en plan bungalows con habitaciones tremendamente sencillas, un restaurante de comida preparada, un bar tipo saloon como el del Gran Canyon, y un camping para caravanas que estaba petado. Como decía, las habitaciones eran muy sencillitas, con dos camas y un baño muy básico. Suficiente para un par de noches, que es el tiempo que realmente íbamos a estar en el hotel. El hotel se llamaba Stove Pipe wells. Está establecido sobre un "oasis", sin palmeras ni vegetación evidente, y su nombre se debe a que el tipo que descubrió agua bajo su suelo utilizó un trozo de tubería para señalar el pozo.

Nada más dejar las maletas, nos fuimos a comer unos sandwiches (tuna al poder) al lado del camping de las caravanas. Nos entretuvimos en mirar a los cuervos que revoloteaban a nuestro alrededor mientras acechaban las migas que se nos iban cayendo.

Al terminar, y después de recoger un mapa de lo más inútil en la caseta de los Ranger, con un ranger de lo más desagradable, nos fuimos a ver lo más próximo al hotel, el Mosaic Canyon, un paseo por el interior de un cañón angosto al inicio, más amplio después, en donde las paredes de roca estaban hechas de mármol rosa y de distintas capas de roca superpuestas las unas sobre las otras. En algunos tramos hacía falta "escalar" un poquito, nada serio que una madre no pueda superar. El lugar era de lo más bonito.


Ahí en medio de la nada se puede apreciar la situación privilegiada del hotel en el que nos alojábamos...Un oasis en medio del desierto, de verdad.











Antes de volver al hotel a cenar, nos fuimos corriendo, antes de que el sol se pusiese, a ver el Salt Creek, un caminito de una milla de longitud, que bordeaba un torrente de agua, salada por supuesto, y en el que habitaba por difícil que pudiera parecer un pez minúsculo. Había arbustos alrededor, como en una marisma y montañas de sal a su alrededor. Lo del pez y los arbustos no es una tontería, pues el medio es, como ya he dicho anteriormente, tremendamente inhóspito.



Entre el agua salada, las temperaturas (el Death Valley tiene registrada la segunda mayor temperatura de la historia, desde que se mide la temperatura, supongo) y el viento, no debe ser fácil sobrevivir. De hecho nadie, o casi nadie viene durante los meses de verano. La temporada alta es a principios de primavera, cuando florecen las plantas durante un par de días antes de morir de calor. En invierno, cuando estuvimos nosotros, sufrimos terribles temperaturas de entre 25 y 30 grados. Y pensar que en NY a esa misma hora estaba cayendo la nevada padre!!!!!!!

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