4th july eve

4 de julio de 2008:

Anoche estuvimos de fiesta, otra vez. El lugar elegido fue el hotel Gansevoort, en pleno west village. En lo alto de este hotel de lujo, hay una terraza tipo lounge en la que han montado uno de los bares más cool de la ciudad. Las vistas son fantásticas, la música muy buena, y la gente muy pija. MUY PIJA. Fuimos acompañando a Margareth y otros amigos suyos, entre los que se encontraban dos de los mayores cracks que he conocido desde que llegué. Británicos, hermanos, y muy locos. Uno del Liverpool (Go Torres!!!!!!!!!), el otro del Man United (como uno del Barça y otro del Madrid), y el padre del Arsenal. Me encantaría asistir a una cena familiar en día de partido en esa casa. La madre debe acabar de los nervios. El caso es que dedicaron toda la noche a flirtear con todo aquello que se les ponía por delante, desde las amigas de Margareth hasta unas chinas desconocidas un tanto feas (una de ellas sale en una foto, así que juzguen ustedes mismos). No se como acabó la cosa, pero considerando el grado etílico que alanzaron, creo que muy bien. Considerando que anoche era la noche previa al 4 de julio, se me ocurrió proponer un brindis por los británicos recién llegados, pero al final, de la risa que me dió no pude decirlo. Hubiese estado bien... Como decía, el sitio estaba genial, la noche era perfecta, y lo único malo fue la cuenta de 800$ que nos llegó, entre 10, eso sí, por habernos tomado, en mi caso, un par de cervezas y un cóctel. Supongo que el palo llegó cuando a uno de los agasajados le dio un ataque de bondad y pidió un par de botellas de champán, para brindar por el feliz momento. Habrá que ahorrar otro poco para volver antes de que acabe el verano, por que lo cierto es que el sitio estaba muy bien. Conseguí hacer unas cuantas fotos, pero estoy esperando a ver si Margareth me envía las que hizo ella con su flamante y recién estrenada cámara digital. Como un niño con zapatos nuevos, oiga!!!!



A la pobre Marga casi me la lesionan en un ataque de cariño inglés (con quemadura de cigarro incluida), pero sobrevivió como una campeona.


Por lo demás, poca cosa. He dejado de formar parte de la familia de coaches de SSS, así que a partir de ahora los niños tendrán que aprender a tirar cañitos sin mi ayuda. Pobres. Hace poco llegó a NY el novio de la cofellow de Marga, Marian, una sevillana muy graciosa (de verdad que lo es, no es la típica sevillana "graciosa"). Se llama Laurent, es francés y estuvo trabajando hasta hace muy poco en Nueva Zelanda. Para que luego protestéis por que me haya ido a los States. El caso es que solemos quedar un par de veces por semana para hablar y practicar idiomas.

Durante una hora o así hablamos en francés y luego cambiamos al español. Así practicamos los dos. El chaval es muy majete e inquieto, por lo que no nos solemos aburrir. Se ha metido a trabajar como voluntario en una biblioteca revolucionaria. El otro día quedamos para vernos y después de estar un par de horas tirados en el césped del Madison Square Park viendo como unos pavos ensayaban para un concierto posterior, y un señor muy raro se acercaba a la gente con fotos tamaño gigante de los candidatos a las elecciones de noviembre haciéndose fotos con ellos, me llevó a ver la biblioteca.

Era muy curiosa, con libros del rollo antiglobalización, proaborto, proeutanasia, antiracistas, y sobre todo ANTIBUSH. El mismo día habían organizado una conferencia de un colega que había escrito un libro acerca de los mercenarios americanos que operan en Irak como miembros de un cuerpo de seguridad privada para trabajadores americanos. Me quedé con ganas de asistir, por que me parecía interesante, pero había quedado con otro amigo, Phil, para cenar. Por cierto, vaya cena. En el west village, un lugar súper pequeño, tipo garaje (con capacidad para un coche y ya), pero muy animado. El lugar estaba lleno, te daban bebidas para que la espera se hiciera mas soportable, y la comida estaba deliciosa. Y además muy abundante. Hasta el punto de que nos tuvimos que picar con la camarera para poder acabar con todo lo que nos pusieron. Y lo mejor es que no fue nada caro, comparándolo con otros lugares. Nos costó entre los dos 60$, y la mitad fueron cervezas, que ya os digo que fueron bastantes... Westville, se llamaba el sitio. Desde luego, muy recomendable. Esta noche nos iremos a empaparnos de un poco de patriotismo estadounidense, a ver si no nos empachamos de banderitas y fuegos artificiales. Ya os contaré.

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