Cape Cod (1)

19 de agosto de 2008:

El fin de semana pasado lo pasamos en Hyannis, Massachussets, en casa de Inma e Andy, dos amigos de Barcelona. Para llegar allí, y en plan ahorro total, nos fuimos en autobús hasta Boston y allí cogimos otro autobús hasta el lugar en cuestión. Como no, volvimos a confiar nuestro destino a nuestros amigos los chinos traficantes de bolsas misteriosas. Para empezar, nos tuvimos que levantar a las 5 de la mañana, que el viaje era largo y el tiempo escaso. Y además, Marga estaba renqueante de un esguince de tobillo que se hizo hace una semana cargando cajas. Así que coja y toda, nos largamos de aventura. Después de un buen paseo en el metro, nos vimos en Chinatown, a las 7, para coger el primer autobús del día. Una vez más, nos vimos asaltados por 2 chinas a las que no se les entendía otra cosa que "Boston, Boston", y que nos subieron al bus a empujones, por si acaso nos daba por cambiar de idea. Me llamó la atención el ver que el autobús estaba prácticamente lleno. Se habrán profesionalizado estos chinos??? A las dos horas de viaje, vimos que no. La parada de rigor la hicimos en un Burguer King, a las 9 de la mañana, y por supuesto la gente se metió una buena hamburguesa para desayunar. Yo, como el estomago no me aguanta ciertos comportamientos yankies, me dediqué a vigilar al chino a ver que hacía, y donde se deshacía del cuerpo del delito. Esta vez, no hubo bolsa negra. Igual se han reformado de verdad. Después de un viaje sin más incidentes que un aire acondicionado excesivamente potente, llegamos a Boston. Después de recoger la maleta, y entrar en la terminal, Marga se dio cuenta de que se le había olvidado el bolso en el autobús, así que toda coja salió corriendo a la dársena, de la que vimos al autobús arrancando y saliendo no se sabe donde. A base de carreras, gritos y señales de humo, conseguimos que el chino parara en medio de la calzada y dejase entrar a Marga al autobús a recoger sus pertenencias. El cuadro era curioso ya que ella iba corriendo cojeando, y haciendo aspavientos con las manos, y yo iba cargado con la maleta y mochilas y también haciendo cosas raras con los brazos. La verdad es que yo soy el chino y salgo corriendo ante la que me veo venir. Pero este, que es chino de Chinatown y las ha debido de ver de todos los colores, no se amedrentó (bueno, al principio puso cara de chino asustado) y dejó que Marga subiese al bus. Cuando vi que abría la puerta me relajé y dejé de correr, pero como en las películas, la sorpresa llegó cuando nada más subir Marga, el chino cierra la puerta y arranca picando rueda. Ya está, ya me la han secuestrado. Ahora a ver que hacemos con el finde...Que pena que nadie me hiciera una foto al ver el autobús alejarse. Además la niña iba sin móvil, que para que vamos a llevarlo, no???? Al cabo de un minuto, veo llegar el autobús que había dado la vuelta a la estación y dejaba a Marga a mis pies. Yo me la imaginaba, coja, con sueño y cansada del viaje, y la veía dándole gritos al chino en la oreja en plan "que me dejes bajar!!!!!!!!!" y "te voy a dar una paliza!!!!!!". Así que claro, la dejó bajar... Claro, el ataque de risa de ambos fue serio. Y los americanos, que asistían al evento desde la estación, locos.

Después de la aventura absurda con el chino, nos cogimos otro autobús con dirección a Cape Cod, más concretamente a Hyannis. Esta zona es una zona típicamente veraniega de la gente rica de Massachussets. De hecho hay varias zonas exclusivas en las que es imposible entrar a menos que lleves una pegatina que diga "soy inmensamente rico" en la frente. Y además, es la zona de veraneo de la familia Kennedy, la del presidente con un agujero en la frente. Pudimos ver la casa que tiene la familia en el vecindario, y la verdad es que desde fuera, era impresionante. La casa de los padres de Andy era una auténtica maravilla. Típica zona residencial, rodeada de bosques y playas, con un jardín precioso y rodeada por el océano. Un lugar fantástico para pasar unas vacaciones de lo más tranquilas.


Además estuvimos de lo más entretenidos, ya que aparte de nuestros amigos y los padres, estaba en la casa la familia de uno de los hermanos mayores, con dos críos pequeños de lo más graciosos. Además fans de U2, como se puede ver por la matrícula del coche que tenían. Anda que no sería gracioso que esto se pudiese hacer en España. No me quiero ni imaginar las barbaridades que se verían por las carreteras patrias...

Después de darnos una vuelta por la playa, nos dispusimos a cenar, a las 5 y media de la tarde, a base de pizzas. 5 pizzas, para 8 personas. Tamaño grande. Obviamente sobraron, pero no tantas como yo me pensaba. Será el mar, que abre el apetito. Después de cenar, nos fuimos los 4 a tomar una cervecita y a dar un paseo por el pueblo. He de decir que era el típico pueblo americano de la tele, con una calle principal (Main street) comercial, y el resto casas unifamiliares tipo Moraleja entre los bosques. Y un puerto deportivo bastante grande. Aquí, además de garaje, las casas tenían embarcadero y lancha motora. Paramos en un local al aire libre a tomar una cervecita, y allí pudimos apreciar el tipo de gente que veranea por estos lares. Parecen salidos de un catalogo de Ralph Lauren. Gente de pasta, vestidos en plan pijo pero informal, familia tipo (dos, tres niños), mucho rubio y mucho padre con pinta de trabajador liberal y mujer tipo "mujeres deseperadas". Eso sí, casi todos con algo de los Red Sox, fundamentalmente gorras. Es increíble la afición de la gente por este equipo de béisbol. Fueras donde fueras, allí había gente de todo tipo con algo de merchandising del equipo. Y desde luego no sólo eran los típicos fans locos. Hablo de gente pija, seria, algo estirada incluso, luciendo con orgullo su camisa Ralph Lauren y su gorra desgastada con la B en rojo en medio. Pero el día no había acabado, y menos estando Marga de por medio. Cinco minutos después de salir del bar, Marga se dio cuenta de que una vez más, se había dejado el bolso colgado de la silla. JODER!!!!!!!!! Otro show. Dimos la vuelta corriendo, y nos encontramos con la mesa (y la silla) vacías. Me fui a preguntar a los camareros si alguien había visto el dichoso bolso (Marga, al no poder andar, se tuvo que quedar en el coche), y para mi desesperación me dijeron que no habían visto nada. A mi me extrañó mucho, por que el tipo de gente que había alrededor no era el tipo de gente que se lleva un bolso por necesidad, así que después de insistir un rato, conseguí que un segurata me reconociese que sí que habían recogido un bolso como el de Marga, y que iba un momento a preguntar dentro del bar. Después de 5 minutos, el chaval volvió con el bolso en la mano, y muy majete me pidió disculpas por tardar tanto, y por no dárnoslo en primera instancia pero que como era un tío no se fiaban de mi. Así que les tuve que enseñar que era el bolso de Marga, y por fin nos pudimos marchar a dormir. Desde luego, el bolso no volvió a salir de la casa de Andy en todo el fin de semana. Al llegar, nos preparamos la cama en un sofá del salón, y en medio de la naturaleza nos quedamos dormidos enseguida. Fue genial, por que teníamos a ambos lados de la cama dos ventanales enormes que nos permitían ver el mar. Y además cayó una buena tormenta, con lo que se iluminaba cada nada con los rayos. Nosotros, que la noche anterior habíamos visto scream por la tele, nos esperábamos que en una de esas saliese alguien espiando por la ventana, dándonos un susto de muerte, tipo película de terror. Pero no pasó.

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