Vaya banda

22 de octubre de 2007

Bueno, bueno, veo que los muchachos han rendido a la altura de lo esperado, una vez más. Así me gusta, profesional, muy profesional. Ernesto, se que es un poco duro, pero creo que nadie se va a molestar en narrar los siguientes capítulos, y lo cierto es que prometen. Mucha rubia por Salamanca, no???????? Y Xelu que opina al respecto????? Y Antoine el deshaparesido, supongo que como yo, tirándose de los pelos. Bueno, bueno, espero impaciente.
Por mi parte, os puedo contar que la vida por aquí es de lo más entretenida. Como os gustan las cosas raras, os voy a contar mis dos últimos fines de semana. La verdad es que las noches en este país empiezan a tener ese toque surrealista que tanto me gusta.
El finde pasado, nos invitaron a "otra" exposición de un artista español, Alicantino, de nombre Antoñito, en la zona de Queens. Al bajar del metro, nos quedamos un poco asustados con el barrio, en plan degradado industrial, con absolutamente nadie por la calle. Empezamos a buscar la galería de arte, y la encontramos gracias a que alguien se había molestado en poner carteles por las farolas. Al llegar nos encontramos con un garaje súper estrecho, y muchísimo español. El artista. Aparece un pavo súper parecido a Pablo Motos (el de no somos nadie), con barbita, y gafas de pasta negra, camisa blanca, pantalones cortos de cuando éramos pequeños, calcetines de cuadros hasta las rodillas, y zapatos negros brillantes. El caso es que al entrar nos encontramos con que la exposición iba de los amores perdidos y sus consecuencias sobre las personas, y he de decir que no estaba mal del todo. Había un par de obras bastante chulas, como por ejemplo el video porno de la entrada (con prota femenina), y una proyección con nombres de tíos que aparecían y se iban acumulando en la parte de abajo de la pantalla, formando una montaña, y palabras de esas que se dicen pero no se cumplen, y que desaparecían por la parte de arriba para no volver. Eso me gustó. Luego conocimos a una profesora de sociología de la universidad de Columbia, que estaba totalmente grillada, muy histriónica. Estrafalaria. Pero muy divertida. Nos fuimos a cenar a un sitio de Harlem, cuando terminó la "performance" de rigor (aquí todo el que no haga una performance no es nadie), que en este caso consistió en una mujer medio japonesa tocando el arpa y cantando gorgoritos a lo Yoko Ono. Acabamos cenando en un restaurante de comida argentina que había por la zona, muy bien, la verdad, y con el camarero muerto de la risa con los gritos de la socióloga.

El resto de la semana transcurrió sin mucha historia, preparando el viaje a Boston (me voy hoy), y buscando cosas para hacer. En una de esas noches de Internet, me encontré con que había un espectáculo de danza en Brooklyn de la compañía de Nacho Duato, y como las entradas costaban la friolera de 20 dólares, no nos lo pensamos. Nos presentamos en Brooklyn el sábado por la tarde, y nos volvimos locos con el barrio. Casas bajas, ambientazo de gente joven, y bares de todo tipo. El teatro, era el mítico, al parecer, BAM (para los no iniciados, diré que se trata de Brooklyn Academy of Music), un peazo bicho de edificio con dos teatros y unos cines de tipo independiente. COmo llegamos pronto, nos fuimos en busca de un bar donde tomar algo (véase un par de cervezas), y nos metimos en un sitio en el que a primera vista, había que meterse: EL bar de Moe. Desde fuera, un antro. Desde dentro EL ANTRO. Y además, yo creo que de ambiente GAY. Pero bueno, estábamos dentro, la gente que había se estaba partiendo el culo (...) y tenía sed, así que nos quedamos. Y mereció la pena. Las camareras no hacían más que ligar con las tías que entraban, y los bohemios ponían caras de interesantes. La música, una mezcla de blues y rock, hizo que la cerveza entrase como si fuera agua (que para algunos ya es más fácil que el agua). Como teníamos algo de tiempo, decidimos explorar un poco más el barrio, de paseo, y volver al teatro a tomar un último refrigerio. Nos encontramos, en la planta alta con un café acojonante, con restaurante en plan pijito, y un escenario. Allí nos metimos otra birra, y nos estuvimos descojonando con un camarero que no hacía más que vacilarnos y que tenía pinta de un poco de esnifador de puerto. Así, y medio borracho, ya que las cervezas aquí son de tipo pinta, nada de cañitas, nos metimos a ver el ballet. Nunca había visto uno, y la verdad es que me gustó mucho. EL teatro, enorme, sin columnas. Las entradas de 20!! dólares, se veía súper bien salvo una esquina pequeña de la parte de atrás del escenario. Muy interesante el número final que simbolizaba la caída en el mundo de la cocaína. Muy gráfico, con arena que caía de todas partes, formando montones y rayas, y las bailarinas arrastrándose como locas por ellas. Al cabo de dos horas de saltos, mallas, y sujeciones a féminas imposibles (al menos para un hombre heterosexual con mallas), salimos bastante contentos con el show, y pensando en repetir. En la puerta de la sala, empezamos a oír como un poco de ruido, y algo extrañados nos asomamos por una ventana que daba al café de antes, y en el que había un grupo de música medio heavy dando saltos y mucha caña. Que gracia ver a la peña cenando tranquilamente y a estos macarras pegando gritos. Pero sonaba bien, y todo. Me da la sensación de que aquí la peña que toca en cualquier garito es la ostia. A la salida, y para paliar la gazuza que llevábamos, nos metimos en una hamburguesería que recomendaban en una guía que tenemos, y que resultó ser un puto garaje, pero de diseño eso si. Y la verdad es que en estos tres meses que llevamos aquí, es la hamburguesa más buena que he comido. Si venís por aquí, y os apetece hacer algo cultureta ( y no solo emborracharos y perseguir rubias cachondas, como es costumbre), os podemos llevar a este sitio. A eso de las diez y media, nos fuimos a un cumpleaños de una chica del laboratorio donde trabaja Marga. La fiesta había empezado a las 5, así que llegábamos un poco tarde. Pero no tuvo desperdicio.

La casa estaba en el Upper East Side (a la altura de nuestra calle, pero al otro lado del parque), y era un bajo muy chulo. La chica, y su marido eran mejicanos, y la casa era mejicana total. Parecía como en las películas. Nada más llegar, nos encontramos a...... LA SUECA, que como buena escandinava, en cuanto nos vio aparecer por la puerta, nos empezó a sonreír y nos trajo un vaso de tequila. Para empezar. Por que aquello fue de beber tequila a machete. Y una cerveza, que estaba malísima, pero que había que beberse igual. Allí la sueca nos presentó a un ex novio suyo. Recordareis que ya os conté que era una chica muy espiritual, y muy del rollo hippy-astrología-guaaaaahhhhha. Pues el ex era para flipar. Resultó ser un productor de música electrónica, aunque para comer durante la semana trabajaba en una empresa de biocombustibles, y estaba vestido como los indios de los años 60 (véase, los beatles psicodélicos). Al principio, parecía una persona con pintas, pero muy normal, aunque esta impresión se vino abajo muy pronto. He de decir, que si bien yo conocía poca gente allí, este no conocía a nadie, pero se le veía integrado. El caso es que un par de tequilas después, y un ratillo de conversación ambiental interesante, nos propuso ir a fumar algo de maría al parque. No nos negamos (a ver...). Se metió en el baño a preparar el canuto, y un buen rato después enfilamos hacía el parque (la sueca, el hippy, marga y yo). Durante el camino, nos avisó que era maría muy fuerte, y que a él no le gustaba el tabaco, por lo que ya nos dimos cuenta que jugaba fuerte. Al llegar, lo encendió y le dio un par de caladas rápidas. Nos lo pasó, y cada uno fumo un poco. Entonces, empezó el show. Al llegar de nuevo el peta al hippy, le dio una calada muy profunda (yo creía que se aspiraba hasta el filtro), y empezó a "disfrutarlo". Mientras respiraba muy fuerte, se puso a hacer estiramientos tipo taichi (lo juro por mi madre), mientras la sueca lo veía normal y marga y yo poníamos los ojos como platos. No decíamos nada. Sólo flipábamos. El tío, en medio de la calle, fumando y haciendo taichi. Un show. Por un momento temí por nuestra vida, pues aparecieron varios negratas de la calle y nos vieron. Yo pensé que como poco nos daban una paliza (joder, que había un pavo vestido de indio haciendo taichi fumado en medio de la calle!!!!!!!), pero no, nos miraron, se descojonaron ( a ver, eran negratas, no jilipollas), y siguieron su camino.

Ya de vuelta a la casa empecé a notar que algo había cambiado en la actitud del colega. Se le veía más suelto, más hablador. Al llegar a la casa, nos recibió de nuevo la mejicana, que era un encanto de mujer, y nos contó que nos habíamos perdido el concurso de salsa que se había montado. Pero que ahora empezaban las performances...(yo me moría de la risa). El caso es que uno se puso a tocar el piano, bien, pero otro nos leyó unos poemas a lo hip-hop, que tenía escritos en un cuaderno, y que no se entendía un carajo. Eso sí, la gente súper participativa de su talento. Como ya me vi el percal, me dedique en cuerpo y alma a ingerir esa pócima maravillosa llamada tequila, llegando a probar hasta tres marcas distintas. Delicioso, como siempre. Y pelotazos a saco. Al cabo de un rato, se fue yendo la gente, y a eso de la 1 solo quedábamos en el salón los anfitriones, unos amigos suyos mayores (el pibe debía de pesar unos 200 kilos, y no se movió en toda la noche de una mecedora), un negro enorme (TITI era su nombre), la sueca, el hippy y nosotros. Y empezó el show. Supongo que todos habréis visto en alguna película una reunión de alcohólicos anónimos. Bien, allí estábamos casi todos pedo, pero nadie se arrepentía. El caso es que la peña empezó a hablarse y a decirse lo mucho que se quería. Pero en plan pastelero. Y del rollo, "quiero deciros a todos lo mucho que quiero a tal, por que me ha ayudado a no se que, y ha sido un gran apoyo...." TOMA!!!!!! Empecé a flipar. La peña se iba pasando la palabra, y cada uno decía algo así. Casi hubo lágrimas en algún caso. Llegó el turno del hippy. Silencio en la sala. Respiró hondo, puso las manos como si estuviera rezando, y comenzó a decir que se sentía muy afortunado de estar aquí y de conocer a los anfitriones. Que la astrología que había consultado antes de venir no le había engañado, pues le decía que vería gente muy espiritual. Y que sentía la gran conexión que existía entre la pareja mejicana, y que....Pude notar la mirada de Marga en mi nuca. Pensé "no la mires, o nos echan de aquí a patadas", y con esfuerzo, conseguí no descojonarme. Pensé que era otra noche surrealista de las mías. Y el tipo siguió. Agarró al negro, y le empezó a decir que sentía su karma, y que comprendía que era una persona bondadosa, con gran conexión espíritu-cuerpo, y que se sentía tremendamente agradecido por estar allí en ese momento. El negro, por cierto, se puso rojo, y ya en ese momento comprendimos que al hippy se le había ido la cabeza. Yo viendo el percal, y encontrándome poco borracho para lo que allí pasaba, me dirigí a la cocina a beber más tequila. Como no podía ser de otra manera, me encontré con el marido de la mejicana, otro mejicano buen bebedor, y allí tuve otra experiencia impagable.

- ¿Qué bebes?
- Tequila, of course.
- Bien, bien, te pongo un vaso
- Hasta arriba, por favor.
- Como lo quieres?
- Perdón?
- Si, que te pongo, agua, sprite...
- No, no , me lo tomo solo. ¿Acaso no se toma así en Méjico?
- Si, si claro, es solo que los extranjeros soléis mezclarlo para que no sea tan fuerte.
- No, no, yo lo tomo a palo seco también.
- Que huevos, gueyy...
Un mejicano alabando mi casta bebedora de tequila...
El caso es que la cosa fue decayendo, igual que el hippy, al cual le dio un amarillo brutal que casi se cae de la silla mientras recitaba para sus adentros algunos mantras, y después de marcharse con la sueca, nos quedamos hablando de cosas más serias y algo adultas. Yo seguí bebiendo con el mejicano (creo que fueron al final unos 10 tequilas), hasta que marga me puso freno, y me amenazó con dejarme sobando en el parque. Pero de buenro. No me perdonaré nunca haberme dejado la cámara de fotos en casa.

A eso de las 5 de la mañana, con un tostao interesante, nos piramos a casita en un taxi conducido por una domicana cachonda, y con la noche bien acabada. Al día siguiente un poco de resaca, y a disfrutar con el partido del atleti.

Ahora me tengo que preparar para ir a Boston, así que supongo que la semana que viene os contaré que tal me ha ido por la ciudad donde más irlandeses hay, espero que también bares, y cuna de la independencia americana.

Bye figuras.

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