Bienvenidos a Puelto Rico

30 de septiembre de 2008:

Lo cuento con 15 días de diferencia, que es el tiempo que hemos tardado en tener una conexión a internet a menos de una hora de coche de distancia...Y es que la isla de Puerto Rico, o Puelto Rico, como dicen por aquí, tiene cosas de Estados Unidos (negocios, urbanismo) y cosas del Caribe (pachorra, comida y buena gente). Llegamos al aeropuerto de San Juan a medio día, con tiempo suficiente para conducir tranquilamente (nos íbamos a hartar) y llegar a la casa en la que nos alojaríamos, propiedad de unos amigos de Marga del hospital. Siempre que cojo un coche de alquiler me pasa lo mismo. Durante 5 minutos soy la persona más peligrosa del mundo al volante, ya que a la necesidad de hacerme con los mandos del coche, se junta la búsqueda de la salida del aeropuerto, cosa que parece fácil pero que no lo es. Y es que me pasa en todos los aeropuertos del mundo. Se ve que el cambio de avión a coche lo llevo muy mal, y se me cruzan los cables de tal manera que las señales se vuelven invisibles y las normas de tráfico, un mal sueño. El hecho de encontrarme con un tractor saliendo a la autopista (al que tuve que adelantar por el arcén de la derecha, claro), no ayudó. Pero es que ya nos habían advertido de que conducir por la isla era muy divertido. Los semáforos son luces que, como decía un colega, te avisan de que puede que a lo mejor vengan coches, pero que desde luego no son una indicación de que te tengas que parar. Así que hemos visto pirulas de todos los colores. Desde el tipo que se salta la salida de la autopista y da marcha atrás (unos 150 metros, más o menos), a los que se paran en medio de la carretera por que no reconocen la vía (y digo parados, no lentos), o los que no respetan un semáforo ni a la de tres. Ah, y que no se me olvide aquél que daba giros de 180º en la autopista, un crack!!!! Y la policía, tan tranquila, como si no fuera con ellos la cosa. Así que después de un tiempo de adaptación de 5 minutos, ya digo que es lo que me cuesta integrarme, las pirulas empezaron a salirme de forma natural, y al cabo del día ya era un poltoriqueño más conduciendo. Me acorde de Xelu en diversas ocasiones...Serías feliz aquí! Otra de las características de Puerto Rico (dejémonos de cachondeo con la pronunciación) es que hay direcciones algo vagas. Me explico. Nuestra casa no tenía dirección conocida, así que llegamos gracias a las indicaciones del tipo "sales en la salida de tal pueblo, a la derecha, pasas el supermercado, y la primera calle a la derecha. Allí hasta el final, que llegas a la playa, y giras a la izquierda. Sigue por la carretera hasta que encuentres una casa de color verde y allí es". Y los de correos como lo hacen para llevar las cartas? No se sabe, pero las cartas llegar, llegan. El primer día lo dedicamos a reconocer la casa y la zona. La casa estaba en Luquillo, uno de los pueblos más turísticos de la isla. Era una casa de playa impresionante, con la playa en la misma puerta, y en medio de una típica urbanización de playa. Lo único que nos daba un poco de mal rollo eran las verjas de seguridad. Al parecer durante la temporada de verano, no había problemas, pero una vez acabada, la zona quedaba algo solitaria y por tanto propensa a los robos. Para eso estaban las verjas (en cada ventana, puerta, hasta en el pasillo, y en el dormitorio una barra de acero cruzada en la puerta que daba acceso a la zona de lavadoras y por la que se podía entrar a la casa también). Ah, y una alarma tremenda, que en cuanto tocabas una de las verjas se ponía a pitar como una loca despertando a todo el vecindario. A nosotros se nos escapó un par de veces, supongo que provocando las iras de los lugareños (a mi me hubiese cabreado bastante). Pero bueno, la casa estaba de maravilla, la zona era increíble, y no nos íbamos a acojonar (solo un poco por las noches, cuando a oscuras y en silencio, el viento movía las palmeras del jardín dejando caer los frutos del tamaño de una castaña sobre el porche metálico, haciendo un ruido tremendo, como si hubiesen tirado algo desde fuera a los cristales). Aparte de eso, esto es lo que había alrededor de la casa.

Al final del camino a la derecha, estaba la playa de Luquillo, y a la izquierda, el balneario de Luquillo. Ya lo veréis en otro post...


Así, en plan paseo, pasamos la primera tarde en la isla.

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