Un poco de naturaleza y ciencia

4 de octubre de 2008:

El día después de la playa de Luquillo, decidimos ir a ver un par de lugares emblemáticos de la isla. Uno de ellos era el parque natural de las cuevas del río Camuy, y el otro el observatorio astrológico de Arecibo. Vamos por partes.
Para llegar al primer lugar, nos tuvimos que chupar un par de horitas de coche, por razones ya detalladas en otros posts, y a pesar de que pudimos ir por autopista (de las de verdad, sin semáforos, pero con empanaos por la izquierda) la mayor parte del tiempo. En la guía turística avisaban de que fuésemos con tiempo y tempranito, pues se supone que se llena de turistas ávidos de naturaleza y de paseos en trenecito. Pero como nosotros somos de naturaleza más bien perezosa, nos presentamos en el parque natural hacia las 12, como marqueses, después de pegarnos un desayunito a base de café y tostadas en un cutre-bar de carretera antes de llegar. El caso es que entramos al parque, y nos lo encontramos vacío. Debía de haber 10 coches aparcados, por lo que entramos enseguida. La excursión consistía básicamente en un recorrido en trenecito como los de Torrevieja, previa entrega de un casco de obra de color verde, no sea que nos perdiésemos o nos diésemos un golpe con una rama o algo igual de peligroso. Una chorrada turista, vamos. A Marga se la ve en las fotos, a mi me quedaba algo criminal... Durante 2 horas y media nos mostraron desde 3 puntos distintos el cañón excavado por el río Camuy, el tercer río subterráneo más caudaloso del mundo, a la vez que nos contaban anécdotas acerca de su descubrimiento, formación y otras cosas típicas. Por ejemplo, nos dijo que antiguamente todo el barranco estaba cubierto por tierra, que se vino abajo en plan desprendimiento masivo, o que durante el huracán Hugo, en los años 90, el río llegó hasta la parte más alta de la entrada de la cueva. Impresionante.


Luego estaba el tipo que vendía souvenirs y artesanía local a los turistas y que tenía un tenderete en uno de los puntos de observación del cañón. No se yo si haría mucho negocio, pero allí estaba el colega. Por que te montan un negocio de estos raros, a pesar de ser un parque natural. A la entrada del parque, nos paramos en una garita en la que dentro había un guarda, pensando que nos indicaría donde aparcar y cuanto pagar. En su lugar, nos salió un tipo, que nos dio un folleto de su restaurante, a 5 minutos, de comida criolla y local, y que estaba muy barato. El guardia, ni salió de la garita, ya que fue este tipo el que nos indicó que parásemos en la garita de delante para solicitar toda la información.

A mi la verdad es que me decepcionó un poco, ya que la cueva grande estaba cerrada por reformas, y no pudimos entrar. Lo único que hicimos fue bajar por un paseo de madera en medio del bosque hasta la entrada de una de las cuevas, desde la que no se veía el río, de profundo que iba. Encima el paseo fue un show, por que nos acompañaba una pareja de jubilados (al borde de los 80), con los hijos y nietos, y la bombona de oxígeno a la espalda, que discutían con los guías si podrían llegar hasta el final del paseo. Había como 300 escalones, por lo que se le desaconsejó vivamente el paseo. Pero no parecían darse por vencidos, así que tuvo que ponerse firme el hijo y dejarlos en un descansillo.



Después de la excursión nos comimos los bocatas que traíamos de casa y nos dirigimos al segundo destino del día. El radiotelescopio astronómico de Arecibo. En medio de la selva, y tras conducir por carreteras en las que la expresión "cambio de rasante" es un mito, aparece este telescopio, el más grande del mundo desde hace más de 30 años. A la entrada te encuentras con un museo en el que te explican a base de ejemplos y juegos como funciona el telescopio, como se observan y miden las galaxias y demás. Luego te ponen un vídeo en el que cuentan un día normal en el lugar, y para acabar sales a un mirador en el que ves la estructura al completo. Es un show. Nada más verlo, lo identificamos enseguida con el sitio en el que se ubicaba la base del malo de la película de James Bond Goldeneye, por lo que la emoción, en dos fans de la serie, nos embargó (es un decir).

Para acabar el día, nos fuimos al oeste de la isla, al pueblo de Aguadilla, a la playa de los surfers, (que así se llama, y en la que por cierto no vimos ni a uno) donde nos recomendaron las vistas durante la puesta de sol. Previamente estuvimos en la plaza de Cristóbal Colón, viendo la casa árbol (famosa por estos lares por ser una zona de juegos infantiles construida entre dos árboles enormes sin que los llegue a tocar) y por los distintos puestos de comida criolla ambulantes. El olor no estaba mal, pero las pintas de los cocineros, y de la comida también, para que engañarnos, no nos llegó a convencer. También estuvimos en otra placita, pequeña, pero con 4 chiringuitos llenos de abueletes bebiendo cervezas y con el reggaeton a toda mecha en dos de ellos, compitiendo con la salsa rumbera igualmente a todo trapo en los otros dos. Por cierto, lo del reggaeton es impresionante. Durante los viajes en coche íbamos escuchando esta música y es tremenda. Nunca me había parado a escuchar las letras, pero son un auténtico descojone. Sexo a todas horas, mujeres que quitan el hipo, y macarras chulo putas dando amor... Marga andaba un poco asustada, por que nos habían dicho que los delitos de violencia sexual eran bastante frecuentes en la isla. Escuchando esta música, no nos extrañó nada...Deben de ir como motos todo el día!!!!!!!!!! Yo intenté que Marga fuese apuntando las grandes frases que en las canciones se decían, pero no llegué a convencerla del todo. Así que sólo nos quedamos con esa que decía "yo lo que quiero es follalte, pero no te lo pienses mucho que se me hace talde", y con una de un tipo que llama a urgencias para que la doctora le cure su problema de amol. Por que luego son todas super parecidas, así que las íbamos confundiendo, pero nos reíamos cada vez que las escuchábamos. Volviendo a la playa y a su atardecer, aquí descubrí la función de la cámara de hacer fotos en esas condiciones. No me cansé, no.




Ya había contado que la casa estaba llena de rejas, por temas de seguridad, aparte de una alarma de lo más escandalosa. Pues bien, al día siguiente hablando con el encargado de cuidar la casa, un tal Héctor, señor de lo más encantador y que nos ayudó para todo, nos preguntó si no habíamos escuchado nada raro por la noche. Nosotros dijimos que no, que aparte de los ruidos de todos los días, no habíamos notado nada fuera de lo normal. Resulta que durante la noche, unos ladrones habían entrado en la propiedad, cosa nada complicada por otra parte, y se habían llevado una puerta de acero del cobertizo en la parte de atrás de la casa, justo detrás del muro en donde se encontraba el dormitorio. Nos quedamos alucinados, por que realmente no oímos nada!!!!! Sigilosos, los muy cabrones...

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